Los pequeños comercios de los vecinos de Velluters cierran, el precio de alquiler roza los 500 euros, los solares abandonados se convierten en hoteles de lujo, y ahora, las familias del barrio huyen hacia otros donde el precio de su vivienda no suponga el gasto del total de su salario mensual, rompiendo los lazos de apoyo y confianza.

Por todo ello, por la «turistificación», se manifestaban ayer más de un centenar de vecinos congregados por una decena de entidades de Ciutat Vella en la campaña «Veïnat en perill d´extinció».

Esta iniciativa coincidía con la celebración de La Foguera del Motí dels Velluters, «una fiesta del barrio y para el barrio, un punto de encuentro para el vecindario y también un altavoz de sus reivindicaciones», clamaba Alba Herrero, portavoz de la campaña.

Y así fue. Mientras los miembros de la muixeranga formaban el castillo humano con dolçaines y tabalets de fondo, vecinos de asociaciones como Entrebarris o Endavant, elevaban las pancartas de «Ciutat Vella no está en venta» y «Zona turísticament saturada».

Vecinas como Rosana Soler, del Col·lectiu de Mares i Pares, explicaba ayer que el problema no es el turismo, sino la masificación de este, una carencia total en su regulación. «Sabemos a lo que ha llevado esta falta de regulación en capitales como Barcelona o Madrid, y también sabemos que, después, ya no hay punto de retorno. Seamos inteligentes, no echemos a la gente de su casa, de su vida», lamenta.

Y es que, tanto ella como Herrero, coinciden en que la presión inmobiliaria lleva a que los pequeños propietarios «inflen» el piso de las viviendas para echar a las familias de sus casas y lucrarse convirtiéndola en un apartamento turístico.

Tampoco el aumento de licencias para la construcción de hoteles les sirve de ayuda: «Al año que viene, cinco hoteles de lujo se construirán en el barrio. Estos solares deberían estar destinados a vivienda sociales para la gente obrera que vive en sus calles. La consecuencia será un barrio deshabitado, un barrio florero, un barrio donde la gente no se conoce, porque todos están de paso», lamenta Soler.

Así, los vecinos exigían ayer al Ayuntamiento «preservar el carácter residencial de los barrios a través de la prohibición de viviendas destinadas únicamente a alquiler vacacional en edificios residenciales; reconocer a Ciutat Vella como una zona turísticamente saturada para reducir las licencias de alojamientos turísticos; y preservar el comercio de proximidad como un eje vertebrador del barrio, regulando la implantación de nuevas franquicias». También solicitaron la «revisión de la regulación de las terrazas de hostelería; y que los ayuntamientos promuevan la construcción de vivienda pública»

«No somos un grupo de gente con ´turismofobia´ como señalan algunos, lo que somos es un grupo de vecinos preocupados por su barrio y por su vida», zanjó Rosana Soler.