«Lo que sabemos es una gota y lo que ignoramos es el océano». La frase de Isaac Newton es un constante reto y un recordatorio a la humanidad en general y a los oceanógrafos en particular de la inmensidad de lo desconocidos que son el mar y sus habitantes. Muchos recursos humanos, materiales y económicos se han destinado a lo largo de la historia para ir superando, gota a gota, ese reto.

Pero ahora, la Oceanografía está a punto de dar un salto histórico en la captación masiva de información con el objetivo de generar el futuro «big data» del océano y conocer a los animales marinos.

Es el salto desde la cubierta de los grandes buques expedicionarios al agua, a la profundidad de los mares, gracias a los sensores que se podrán instalar en cualquier tipo de habitante del mar y que son capaces de captar hasta 600 datos por segundo de todo aquello cuanto les rodea -la salinidad, temperatura, la contaminación, otros animales de la misma o distinta especie, etc- e, incluso, de su propia fisiología y «estado de ánimo» frente a las adversidades de todo tipo de origen -animal, medioambiental o de injerencia humana- con las que se encuentre en su hábitat.

Tras el éxito del taller de trabajo llevado a cabo en el Oceanogràfic de València para probar los sensores de última generación está más próximo el sueño de contemplar el océano con los ojos y las percepciones de los propios animales marinos, un sueño impulsado por el proyecto CAASE de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología de Arabia Saudí y financiado con tres millones de euros.

«El objetivo del proyecto es poner en marcha, por primera vez en la historia, una nueva generación de sensores capaces de seguir y evaluar el estado de salud del medio marino y de los propios animales que lo habitan, reduciendo sensiblemente, hasta mil veces, el tamaño de los sensores y llevando la filosofía de los sensores adaptables, «wearables» que ya tenemos en nuestros teléfonos móviles, a los animales marinos de forma que puedan aportar inteligencia sobre lo que está ocurriendo en el océano», resume el director del programa de investigación y desarrollo CAASE, el oceanógrafo español Carlos Duarte.

«Chirimbolos» inteligentes

Como dice el vicedirector del programa, el doctor Rory Wilson de la Universidad de Swansea, en Gales, y un especialista mundial en «etiquetas inteligentes», son «los chirimbolos», que esta semana se han probado con delfines, tiburones, tortugas, pingüinos, cangrejos, caracolas. «Hemos comprobado -resume Wilson- cómo funcionan los sensores y las maneras de poner los dispositivos de una forma más eficaz. Ahora sabemos todo eso y también cómo cambiarlos para que sean mejores y más eficaces cuando, en la siguiente fase, los coloquemos a otros animales en el mar abierto, en el arrecife del Mar Rojo. Calculamos que en mayo. Ahora estamos seguros y todo ello gracias a poder ensayarlo con animales reales y en instalaciones grandes como estas que les permiten moverse y sobre todo con profesionales como los investigadores y técnicos del Oceanogràfic cuya colaboración ha hecho de estos días un éxito que ni en sueños yo podía imaginar».

Algunos de los hitos que se han marcado en los trabajos del grupo internacional ha permitido vivir el primer recorrido de una tortuga, aportando una sensaciones que más bien parecía que volaba en el interior del gran tanque de focas del acuario valenciano, gracias a que la imagen mostraba el aleteo majestuosa de la gran tortuga. El trabajo está dirigido por el profesor Mark Meekan y ahora la ciencia tiene muchos más datos a estudiar sobre el comportamiento y la «usabilidad» de los dispositivos de sensores.

También se ha probado en dos especies de grandes tiburones, el tigre y el nodriza, en uno de los cuales se usó una cámara inteligente y el adaptador magnético a las aletas, se ensayó en caracolas, en cangrejos, en pingüinos.

En el lomo del delfín se instaló un sensor que reflejaba la actividad del animal y su movimiento bajo el agua para entender por qué se mueve así, sus métodos de caza y analizar el metabolismo.

Hasta se escaneó la aleta del delfín Neptuno, el primero en nacer en el Oceanogràfic, con el fin de diseñar accesorios o invasivos y ajustados a la piel y forma de los animales. La relevancia del hecho es que hasta eso implicaba obtener muchas mediciones distintas o de forma independiente. Al obtener un escaneo del animal se ha podido precisar cómo se verá y funcionará la etiqueta con sensores.

No invasivos y biodegradables

Todas estas acciones, que desde fuera pueden hasta parecer una extravagancia, van a servir para diseñar accesorios no invasivos y ajustados a la forma para fijar los sensores a los animales. «Necesitamos conocer la forma y el tamaño de donde planeamos ubicarlo», dicen.

Hasta ahora, eso implicaba obtener muchas mediciones de forma independiente o repetidas pruebas del dispositivo físico. Al obtener un escaneo preciso de un animal, se puede observar cómo se verá y funcionará la etiqueta en una computadora, sin tener que molestar innecesariamente a los animales en las primeras etapas de diseño.

«Estamos empeñados en que los sensores no sean invasivos para el animal porque nos preocupa su bienestar, así es que vamos a adaptarlos de forma que eso no ocurra y lo que es también muy importante vamos a hacer que sean biodegradables», anuncia Duarte.

Los directores del grupo se han visto sorprendidos por cómo han avanzado los trabajos a una velocidad que ha sorprendido al propio Rory Wilson, un investigador acostumbrado a todo tipo de situaciones y trabajos de campo, por «cómo se ha producido la sintonización de tantos cerebros y cómo se han aportado soluciones, incluso desde los miembros de la Fundación Oeanogràfic».

No sólo se trataba de probar los dispositivos, sino de generar el intercambio de información y experiencias de unos investigadores que nunca habían trabajado juntos. «Cuando tienes muchos científicos juntos te encuentras con el problema del ego, algo que puede destruir la dinámica de la investigación. Pero no había ninguna persona que pensara así, todo lo contrario. La experiencia del Oceanogràfic ha sido extraordinaria», asegura.