La Policía Nacional trata de reconstruir paso a paso los últimos movimientos de Rosana Castella en la mañana en la que desapareció sin dejar rastro tras volver a casa, en el barrio de la Fonteta de San Lluís, después de llevar a sus hijos al colegio. La mujer, de 41 años, había quedado esa mañana del pasado lunes con su expareja y padre de sus hijos, con quien tenía la custodia compartida de los menores, pero supuestamente nunca llegó a presentarse a la cita, según ha relatado su exmarido a la policía.

El hombre, que mantenía una relación «cordial» con su exmujer, según la familia de la desaparecida, no quiso concretar la hora a la que quedó con Rosana. «No tengo ganas de contar nada», aseguró a Levante-EMV. Y se limitó a decir sobre ella: «Muy bien no estaba». No obstante, después de cinco días sin noticias de ella, la familia se teme lo peor y dudan seriamente de que se haya marchado de forma voluntaria justo la semana en la que tenía a sus hijos -dos mellizos de seis años y uno de trece- a su cargo.

Según ha podido averiguar este periódico, una de las últimas personas que la vio esa mañana es la inquilina del antiguo piso familiar, con quien quedó en un bar de la zona para que le pagara en mano los 450 euros del alquiler. Sus inquilinos aseguran que no era habitual que fuera a cobrar en mano, ya que siempre hacían el pago a través del banco. De hecho, según reconocen se mostró especialmente interesada en ir ese día, ya que tenía que recoger la correspondencia que le seguía llegando a este domicilio. «Dijo que le urgía porque le tenían que enviar una carta del banco con una tarjeta de crédito», recuerda Enrique, quien apunta que no les dio recibo alguno y que lo hizo a espaldas de su exmarido.

Al tratarse de una desaparición de riesgo, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional ha asumido la investigación. Así, se ha solicitado al juzgado el posicionamiento del teléfono móvil de Rosana, que permanece apagado desde la misma mañana del lunes, para así tratar de trazar los pasos seguidos por la mujer hasta que éste dejó de dar señal. «Te dejo las llaves de mi casa en el buzón», es el mensaje que recibió su tía Carmen a las 10:47 horas justo antes de perder el contacto con ella. Sus respuestas ya no figuran marcadas como leídas, según ha podido comprobar este periódico. «Tengo la esperanza de que se haya ido y que en algún momento vuelva», reconocía su tío Miguel aferrándose a la mejor de las posibilidades.

Sus amigas y compañeras de trabajo por contra no creen que se haya marchado voluntariamente. «Si se ha ido no sería de forma consciente, ella nunca haría eso, tiene locura con sus hijos», afirma Yolanda, quien la conocía desde hace once años. «Es muy buena chica, responsable y sensata», añade, aunque de tiempo a esta parte la veían menos extrovertida. De hecho, llevaba unos meses de baja en el trabajo por depresión. Su familia lo atribuye a que estaba agobiada por temas económicos.

Sus familiares han creado un perfil de Facebook con el nombre. «Buscando a Rosana Castella» y han repartido carteles por toda València solicitando la colaboración ciudadana.