El problema de la despoblación de Ciutat Vella en favor del turismo ha alcanzado su máximo exponente en un edificio precisamente municipal, construido en su día por la empresa pública Aumsa y ahora convertido en apartamentos turísticos.

Se trata de un edificio de la calle Recaredo cuyo uso ha causado alarma y al tiempo indignación entre los vecinos, que ven en la política municipal un enemigo del barrio en vez de un aliado.

El edificio en cuestión se encuentra en la calle Recaredo, número 26, en el corazón de Ciutat Vella. Se trata de una finca de tres alturas que, según fuentes oficiales, fue construido por el anterior equipo de gobierno en plena crisis y con destino al mercado libre, no de protección pública. En contra de lo habitual cuando se trata de una empresa pública, el equipo de gobierno del PP levantó algunos edificios de renta libre, entre ellos este.

El problema vino, según las fuentes, cuando esas viviendas no encontraron comprador. Al parecer, se trata de pisos de pequeño tamaño que no tuvieron el suficiente atractivo para las familias, a lo que hay que sumar los problemas que los posibles pretendientes tenían en aquellos años para firmar una hipoteca. De hecho, muchos edificios de protección pública quedaron también sin ocupantes precisamente por eso.

La cuestión es que estos pisos no encontraron comprador y finalmente el Consejo de Administración de Aumsa, ya con el actual equipo de gobierno tripartito, decidió ponerlo en venta. Y finalmente hubo un comprador que pagó por la finca completa más de medio millón de euros, precisaron las fuentes municipales consultadas por este periódico.

A partir de ahí, el ayuntamiento pierde el control del edificio. Si hubiera sido vivienda de protección pública no podría haber terminado en un uso diferente al reglamentario, pero al ser de renta libre cabe cualquier uso, dijeron las fuentes.

Así pues, el comprador ha decidido convertir esas viviendas en apartamentos turísticos. Así al menos lo denuncian los vecinos y así reza también en la placa colocada a la entrada del edificio.

Críticas vecinales

Y claro, los vecinos son muy críticos con esta transformación. Según la secretaria de la Asociación de Vecinos de Velluters, María José Volta, este tipo de cosas contribuyen a la despoblación del barrio, que debe ser precisamente el primer objetivo de las autoridades municipales.

«Con actuaciones como esta los vecinos acabarán desapareciendo», asegura. Y es que «cuando una persona vive tranquilamente en su vivienda y de repente empiezan a aparecer hostels, hoteles, apartamentos y demás, se crea un malestar muy grande y acaban marchándose», recalca.

En la actualidad, el Ayuntamiento de València está inmerso en un proceso de reformas legales dirigidas a normalizar el turismo en el centro de la ciudad y algunos barrios como Russafa o el Cabanyal. Y en vistas de la fuerte demanda de licencias para abrir hoteles y apartamentos turísticos, ha decidido paralizar temporalmente la tramitación de licencias en Ciutat Vella hasta que se esté finalizado el plan especial para el barrio, que debe incluir una normativa clara en este sentido.

El problema, no obstante, es que sobre la mesa del servicio de Urbanismo ya hay 70 licencias solicitadas y esas licencias sí se van a tramitar. Y de estas, 47 corresponden a hoteles y el resto a apartamentos, ya sean bloques enteros o bien apartamentos aislados en fincas de vecinos.

Para los residentes del barrio, sólo con estas licencias ya se llegará a la saturación de Ciutat Vella en lo que a alojamientos se refiere, mientras que el ayuntamiento considera que aún se puede seguir dando licencias si se distinguen perfectamente las zonas que pueden ser más públicas y las que deben quedar reservadas específicamente a la población del barrio.

La coincidencia de ambas partes está en la necesidad de ampliar la población en vez de acabar con ella, aunque existe bastante incertidumbre en uno y otro lado sobre a la manera de llevarlo a cabo.