Inmigrantes y refugiados de varias nacionalidades y feligreses españoles de diferentes parroquias participaron en el llamado «Vía Crucis de todos los pueblos» que se desarrolló por el viejo cauce del río Turia y que partió desde el puente peatonal de Ademuz, siguiendo una tradición implantada en los últimos años. El lema de este año del Vía Crucis ha sido «Acoger, proteger, promover e integrar», del mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de enero de 2018 y fue organizado, según informaba la agencia Avan, por la delegación diocesana de Migraciones del Arzobispado. La iniciativa pretende ser una «llamada de la Iglesia contra la indefensión del refugiado, víctimas de los desplazamientos forzosos de las guerras, de persecuciones de raza y religión, de la trata de personas, en recuerdo también de mujeres, niños y jóvenes en riesgo de exclusión social», según Olbier Hernández, delegado de Migraciones. Por ello mediante el Vía Crucis «queremos acompañar a las personas marginadas, perseguidas o maltratadas por tantas situaciones sociales injustas y ayudarles a encontrar un sitio en nuestra casa».