Ayer lunes había maratón en València, pero la victoria no se medía en kilómetros sino en bolsas de sangre. La elegante cafetería del Ateneo Mercantil, en pleno centro, se llenó ayer de camillas para atender a las más de doscientas personas que participaron en el IV Maratón de donaciones de sangre organizado por el diario Levante-EMV y el resto de medios asociados (97.7 Radio Levante y Levante TV) y el Centro de Transfusión de la Comunitat Valenciana (CTCV).

El día acompañó y «donar en el Ateneo Mercantil, a quien le tenemos que agradecer la cesión del espacio, siempre es un aliciente para quien se acerca», confirmaron fuentes del centro de Transfusión. Al pie del cañón (y controlando el proceso) ocho personas del equipo móvil que tiene el CTCV y que hacen una docena de salidas al día por toda la Comunitat para buscar al donante de sangre allí donde esté. No hizo falta ir a buscarlo.

«Hemos estado por momentos incluso un poco desbordados», aseguraba Cristina Arbona, directora del centro. Las colas durante toda la mañana atestiguaban el éxito. Entre los que esperaban pacientemente, formulario en mano, para pasar a la zona de camillas, mucho «donante fiel»: personas ya concienciadas con lo necesario que es este acto de solidaridad ya que los componentes de la sangre -necesarios en transfusiones pero también como base para hacer medicamentos- no pueden ser replicados en laboratorio.

Mª José donó incluso con su niña de nueve meses en el carrito. «Es mi cumpleaños y es una buena celebración», aseguraba desde la camilla mientras calmaba «a distancia» a la pequeña. Para Manuel, de 65 años, iba a ser una de sus últimas donaciones, algo que le entristecía: «No te diría que me gusta, pero casi. La concienciación está clara».

De hecho, era difícil encontrar novatos en la experiencia y a alguno que se quiso estrenar, el equipo médico se lo desaconsejó: «Me hice un tatuaje a principios de enero y no ha pasado el tiempo reglamentario», explicaba contrariado Nicolás, de 24 años, que tendrá que intentarlo más adelante.

Y es que aunque casi todo el mundo de entre 18 a 65 años y que pese más de 50 kilos puede ser donante de sangre hay otros condicionantes a tener en cuenta y que evalúa el equipo médico del centro de transfusiones «in situ».

«Los donantes tienen que responder a un cuestionario pero también hacemos entrevistas personales porque puede haber olvidos», explica Rosa Guerrero, médica del equipo móvil.

Según la especialista, la mayor parte de negativas para donar son «a gente joven, sobre todo por el tiempo que hay que esperar después de hacerse un tatuaje o un piercing pero también por tener varias parejas sexuales. Necesitamos estar seguros de que no hay enfermedades transmisibles y que no hay riesgo para el receptor».

Después de estas dos barreras, la sangre que se recoge por donante -450 mm de los 3 o 5 litros que tiene un ser humano- es siempre analizada. Medio litro de solidaridad en vena.