Las jornadas del 15 y 16 de marzo tienen una intrahistoria incómoda: es el día en el que las comisiones denuncian a aquellos artistas que no han completado bien sus trabajos. Desde hace tiempo, estas quejas se hacen públicas a todos los efectos. Posteriormente se celebran careos dentro del particular sistema jurídico fallero, la delegación de incidencias, que normalmente se suelen saldar con el no pago de la última mensualidad. En casos graves de reiteración puede llegarse a la inhabilitación del artista, agremiado o no.

Normalmente, los desencuentros suelen ser muy tensos en la semana de fallas. Las comisiones hacen vehementes carteles denunciando la negligencia del artista y, por lo general, unos y otros no vuelven a cruzarse en sus respectivas vidas.

En tiempo de fichajes...

Pero en las fallas de 2018 sucedió un caso insólito. Y en el tiempo de renovaciones son detalles a considerar. «Es que ahora se miran muchas cosas en google, se pone mi nombre y lo primero que sale fue aquella incidencia, no lo que ha sucedido este año». Y Antonio Rubiño tiene razón. Sobre todo, por lo insólito. En marzo de 2017 tuvo una «plantà» desastrosa en Sainetero Arniches. Pero lejos de suponer el típico «por aquí no vuelvas a acercarte», lo que hubo fue una oportunidad para la redención. Asombrosamente, consiguió el beneplácito para volver a plantar. Y el resultado fue un sexto premio, el mejor en la carrera de un joven artista todavía en formación.

«Pues sí: tuve problemas desde finales de Navidad. Tenía cinco fallas grandes y cinco infantiles. Aquello no tiraba y las cosas no acabaron como era de desear». En el caso de Sainetero Arniches «fui a dar la cara e hice lo que pude». Lógicamente, el tema acabó con denuncia, que es lo que quedó como última noticia que se supo del tema. Sólo que, obviamente, «se me cerraron todas las puertas».

Menos esa. En el momento de depurar las responsabilidades «les propuse volver a plantar para demostrar que no iba a volver a pasar. Y el presidente (en aquellos años, José Luis Fernández) fue el primero que dio la cara». El pasado 16 de marzo fue un día muy especial cuando iban desgranándose los premios «y me dieron el sexto. Fui por la noche, me dieron la enhorabuena e incluso me invitaron a ir a la recogida del premio».

«No quería salir de casa»

«Fue un error, evidentemente. Eso es innegable, pero seguramente fue importante ir allí, dar la cara y trabajar hasta mi último gramo de fuerza. Las fallas de 2017 las recuerdo como una pesadilla. No tenía ganas de nada. No quería ni salir de casa» recuerda el joven artista. Ahora, con una rehabilitación tan curiosa como inusual no quiere desfallecer en un oficio tan complicado actualmente. «Ahora lo que quiero es que a Antonio Rubiño se le recuerde por su último trabajo, no por lo que pasó hace un año».