El cardenal arzobispo Antonio Cañizares presidió la Missa d'Infants en la Plaza de la Virgen, una de las eucaristías más esperadas dentro de los festejos a la Mare de Déu. En su homilía, Cañizares se centró en la familia como llave para una «nueva evangelización y cultura de solidaridad».

Fue el hilo conductor de su discurso a través del cual desgranó algunos aspectos de la sociedad actual con los que no está de acuerdo, el aborto, para el que pidió a la Verge «centrar sus ojos misericordiosos en los inocentes no nacidos y eliminados en el seno de sus madres».

La nota de actualidad la puso al suplicar a la patrona que tuviera en cuenta «a los seres humanos ya concebidos sometidos a manipulación, instrumentalización y muerte en laboratorios u hospitales o por leyes y proyectos de leyes tan denigrantes como la que se persigue, intenta o proyecta recientemente en España favorecedora de la eutanasia». La crítica llega después de que el PSOE presentara una proposición en el Congreso para que la eutanasia fuera un derecho, mientras Ciudadanos lo plantea en términos de muerte digna.

Para Cañizares, «es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar la verdad que constituye la familia y los valores que presenta», y, de hecho, imploró a la Mare de Déu «por los hijos que sufren la separación de sus padres, los matrimonios rotos o en trance de romperse». La mujer también fue uno de los puntos que el arzobispo abordó en su homilía y suplicó «por las víctimas de malos tratos hasta la muerte por algunos hombres, por las violaciones o la prostitución».

Miles de personas tomaron asiento en una mañana fría pero soleada para atender la ceremonia dedicada a los más pequeños pero ofrecida a la «Virgen de los Desamparados e Inocentes», por lo que pidió por los «refugiados, los que no tienen techo ni trabajo, los inmigrantes, los ancianos olvidados» e hizo un apunte a los «caídos en el abismo de la droga» y a los que están sumidos en «una depresión».

Así, las primeras filas de la eucaristía las coparon las autoridades y cargos institucionales. El delegado de Gobierno, Juan Carlos Moragues, compartió asiento con la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rubén Moreno, y el vicepresidente de las Corts, Alejandro Font de Mora.

En cuanto a los partidos, PP y Ciudadanos aportaron la representación política. La lideresa del PP autonómico, Isabel Bonig, junto al presidente de nuevas generaciones, Juan Carlos Caballero, y diputadas como Elena Bastidas. En el ámbito municipal, la plana popular copó los primeros bancos con Eusebio Monzó, y Fernando Giner por Ciudadanos.

Las ausencias destacaron más que las presencias ya que tampoco asistió este año el alcalde Joan Ribó ni miembros de su equipo de gobierno. Tampoco lo hicieron sus socios de PSPV y València en Comú, aunque los concejales Ramón Vilar y Vicent Sarrià sí se dejaron ver en el traslado. Desde el ámbito autonómico, Bravo fue la única consellera del Govern del Botànic que asistió, pero tampoco se dejaron ver ningún cargo de Compromís ni de Podemos.