Constancio Barquero, como tantas otras personas, acudió ayer a la Plaza del Ayuntamiento para celebrar el Día del Comercio Justo, una forma ética de compra que llegó a la Comunitat Valenciana en 1995. Barquero, sin embargo, acudió a la celebración como persona afectada por la «especulación de las grandes superficies». Él es productor de miel. «Me compran el producto a tres euros, pero luego el usuario final lo recibe por nueve... Y eso pasa con mi producto, pero también con los que llegan de China, a los que les han pagado un euro menos que a mí», denunció.

Y es que, como publicó ayer Levante-EMV, para desmontar los mitos que giran entorno al comercio justo, el precio de los productos éticos es el mismo, porque lo que cambia no es el final, es el principio. La evidencia se encontraba en los más de diez puestos que organizaciones como Cáritas, Ecosol, La Tenda de Tot el Món, Petjades, Proyde, Oxfam Intermon, y Solidaridad Internacional, situaron enmedio de la plaza (donde también se realizaron talleres infantiles y actuaciones musicales y de magia, desde las 11.00 a las 20.00 horas). Artesanía, alimentación, ropa y libros. Estos últimos no por más de cinco euros. Incluso juegos infantiles. Encar Aparicio aprovechó la visita a la feria y le hizo un regalo a su hijo: marionetas por diez euros. «Cualquier juguete en una gran superficie supera los veinte euros. No, con el comercio justo no nos vamos de precio», recordó.

Así lo consideraron también Mari Carmen Cayuela y Andrés Todo. Ambos compran las verduras de tiendas sin intermediarios y el café colombiano, pero de comercio justo. «Al comprarlo sabes que no estás fomentando la explotación de nadie. Es tener consciencia de que todos somos importantes y merecemos vivir con dignidad», añadía.

Mientras, Raúl Aramendi y Sandra Fessled visitaban uno de los puestos de la plaza. La elección de compra fue la misma que la de Andrés: el café. «Es lo que tomamos diariamente, la forma más directa de evitar, cada día, la explotación del agricultor», indicaron.

«Pero no hay que irse a Colombia», indicó ayer Alberto Martínez, «esa explotación la tenemos aquí, en València, en la huerta». Lo sabe porque trabajó en un huerto junto a una familia de agricultores: «Y lo que les pagaban por la mercancía era ridículo». Por eso Nuria Torralba, que acompañaba a Alberto a la celebración, indicó que la compra ya no la hace en supermercados, sino en herboristerías. «Matamos dos pájaros de un tiro: fomentamos el comercio de pequeñas tiendas y el producto ético», relató.

Entonces, ¿cuál es la causa de que en España tan solo gastemos 0,86 euros por persona y año en comercio justo? «La desinformación», indicaron Marian Durà y Fabio González, asistentes a la feria. «Nos hemos convertido en máquinas que compran al tuntún sin preguntar el origen de los productos y sin saber dónde podemos adquirirlos de manera ética. Y el resultado es apretar los precios de países del sur, dejando a gran parte de su población sin ni siquiera una renta básica», aseveraron.