Justo unos días después de que se aprobase en las Corts una proposición no de ley para reclamar al Gobierno central la «desmilitarización» del Convento Santo Domingo de València (sede de Capitanía General), el edificio abría ayer sus puertas para que la sociedad valenciana disfrutara (también hoy) de lo que es una de las joyas más importantes del gótico valenciano, con motivo de la Semana de las Fuerzas Armada.

En la jornada, los asistentes manifestaron su deseo de que el convento siguiese en manos de quien lleva cuidándolo desde hace casi doscientos de años. «No veo la necesidad de cambiar la titularidad de esta institución. El Ejército lo ha mantenido durante muchos años en muy buen estado. De hecho, las celosías que envuelven el claustro ni siquiera se mantienen en el Convento del Carmen, de titularidad pública», aseveró Juan de Torres en declaraciones a Levante-EMV, que aprovechó la jornada para conocer el parecer de los vecinos del cap i casal.

La opinión se repetía entre los asistentes. Tanto José Luis Llorenç, «futuro militar», como Nerea Argente aseveraban la «necesidad» de que el edificio no fuese desmilitarizado. «El sentimiento que invade a los que venimos a visitarlo no lo tendríamos de no ser por la labor del Ejército», indicó José Luis. «Le quitaría el encanto», añadieron María Amparo Sanchis y Sandra Mito. Y es que las jornadas de puertas abiertas añadían a las visitas guiadas (cada hora) seis patrullas de recreación histórica con uniformes militares de distintas épocas.

Asimismo, tanto Esther González como su marido Francisco Luis Blanco relataban con fervor los detalles que, en su paseo por el convento, más habían despertado su sorpresa, entre los que destacaron los paneles de alabastro de la Sala del Trono. «Si esto hubiera caído en manos de otros, igual este convento no estaría aún en pie, no existiría», explicó Francisco Luis. Y lo justificó en que de los 30 conventos que se desamortizaron en el siglo XIX, solo seis quedan en pie, tal como publicaba el viernes este diario. A pesar de ello, indicó, «el Ejército tiene otras instituciones donde poder mantenerse... Les agradecemos que hayan mantenido tan bien el convento, pero después de tantos años este edificio debería pasar a manos públicas».

Del mismo modo opinaba Javier Enguix: « Preferiría que estuviera en manos públicas, no del Ejército». Fina Torres, que le acompañaba, prefirió situarse al margen y añadió: «Con tal de que esté expuesto al público me es indiferente en manos de quién esté. Me he quedado maravillada con la visita al convento y mucho más con la explicación de sus detalles». Y lo decía mientras señalaba los arcos de la entrada de la Sala Capitular: «Nos han explicado que hay una cara con la boca abierta en la esquina de uno de los arcos, lo hicieron así para absorber los malos espíritus antes de entrar en la sala».

Otros, sin embargo, desconfiaban del uso que pudiese darse en la administración. «Mientras esté en manos del Ejército estará en mejor estado que en las de la Generalitat», aseguró Jorge Civera.

«Más visitas»

El «pero» que marcó las opiniones de los asistentes fue la de una «insuficiente» restauración. «Hemos visto alguna que otra grieta en las paredes y las columnas», indicaron José Luis y Nerea.

Asimismo, la necesidad de aumentar el número de jornadas de puertas abiertas del Convento de Santo Domingo fue otra de las demandas. Victoriano Juan y Miguel Chirivella, dos amigos «amantes de las piedras», explicaron que cada fin de semana marcan una hoja de ruta para visitar los principales monumentos españoles, pero que «aquí se puede venir contadas veces».

De hecho, fueron muchos los que ayer visitaban por primera vez el edificio. Como María López: «Debería estar más abierto al público, es la primera vez que vengo». O como Esther González, quien explicó que no había entrado nunca antes al edificio «y soy hija de guardia civil».