Abre un sobre. Está lleno de fotografías. «Este es mi nieto, el último». Y sus hijos, familia política, los otros nietos y otras fotos que le han dado. Se las han dado empleadas de su banco. «Las pasaré todas, por supuesto». Marisa Rosa celebraba ayer su 75 aniversario y lo hacía pasando toda la noche ante la puerta de la Basílica. Hoy será, a las siete de la mañana, la primera persona que podrá besar la mano de la Virgen de los Desamparados en el multitudinario acto que se prolongará durante todo el día.

Este año tiene aún más motivos para acudir a la veneración. «El año pasado, mi hija estaba embarazada. Ha dado a luz y muy bien». Santi se llama el retoño, su quinto nieto «no sé si será el último», pero recompensa su fe. El año pasado estaba en esta misma cola, también delante, y le agradecía que su hija se hubiese quedado embarazada. «Todo lo que le pido a la Virgen me lo da. Me considero una persona afortunada». El pequeñuelo, que se llama Santi, ya ha pasado por la Basílica «y fue ofrecido a la Virgen. Pero, además, lo pudieron hacer los padres en persona, cuando lo habitual es que el ofrecimiento lo haga el sacerdote de turno. «Tiene ya siete meses y vino en abril».

Pero Marisa está preocupada. Eran las nueve y media de la noche y no aparecía Concha, su compañera de vigilias. La que siempre llegaba la primera. Ha intentado saber de ella y le consta que ha estado mala. De hecho, «quise visitarla en el hospital, pero en el móvil la tengo como Concha Besamanos y no por el apellido». Esperaba a una pareja, también habitual, para conocer algún dato más de cómo estaba su amiga de vigilias.

Una noche que no pasa en soledad. «A partir de medianoche empieza a venir la gente y la cosa de anima». Tanto, que «a las siete de la mañana, cuando se abre, la cola ya está en la plaza y ya se han completado dos o tres vueltas». Del particular zig zag de vallas que se pondrán para poner orden a una cola que, si sigue la tónica del año pasado, acabará al filo de las dos de la madrugada. Y que estará caracterizada por las altas temperaturas, que pueden abortar más de un acto de fe en forma de lipotimia.

Y es que Marisa consigue, pasando la noche en vela, no tener los problemas que, seguro, tendrán no pocos de los miles de asistentes al acto. Y piensa lo mismo que tantos otros: «¿Por qué no se despliega el toldo?». Su devoción a la Virgen la sobrelleva en las épocas del año en que reside en Francia «en los Alpes», pero no falta nunca en estas fechas. Ni en Fallas. «Hago la Ofrenda vestida de valenciana. Estoy en la falla Llorers-Arquitecto Lucini». ¿Qué se siente al ser la primera, o la segunda, en el Besamanos? «Te quedas en blanco. Le estoy tan agradecida». Una buena dosis de café le permitirá hoy, al romper el alba, inciar el ritual.

Posibilidad de donativo

Las personas que participen en el besamanos podrán colaborar con la obra social que realiza la Basílica de la Virgen dirigida a apoyar la labor de la Fundación Mare de Déu dels Innocents i Desamparats (MAIDES), Villa Teresita y la asociación valenciana Provida. Desde la apertura de las puertas, grupos de voluntarios repartirán a cada participante una estampa con la imagen de la Virgen y una oración, un suplemento especial del periódico diocesano Paraula, y un sobre para que, si lo desean, puedan depositar su donativo.