El Ayuntamiento de València «no ve con buenos ojos» la propuesta del Ministerio de Hacienda de recalificar su sede de la calle Guillem de Castro para hacer un hotel. Entiende que es un movimiento «especulativo» que se produce, además, cuando otras dependencias del Estado, como la Subdelegación del Gobierno, están faltas de espacio. De una opinión similar es València en Comú, pero la concejala de Turismo, la socialista Sandra Gómez, opina, que ampliar la planta hotelera en el centro de València no es mala idea. Es decir, la propuesta de hotel en la sede de Hacienda vuelve a dividir al Govern de la Nau en pleno debate sobre la conveniencia de limitar los apartamentos turísticos y los hoteles en el casco histórico de la ciudad.

Según fuentes municipales, el alcalde de València, Joan Ribó, es partidario de trabajar sobre tres ejes básicos en aquello que afecta a las dotaciones públicas: cuidar el patrimonio público, no especular, e incrementar y dignificar los servicios públicos. Por lo tanto, «desde la alcaldía no se ve con buenos ojos la operación que pretendería la Agencia Tributaria», que consistiría en cambiar el uso público administrativo de la vieja sede para darle un «uso hotelero».

En primer lugar, dicen las fuentes, «para deshacerse de un inmueble público del valor que tiene el edificio de la calle Guillem de Castro, el gobierno de Rajoy debería demostrar que no tiene ninguna necesidad de dotaciones de uso público, y sería una burla hacer creer que en estos momentos la ciudadanía valenciana tiene cubiertas todas las necesidades por parte del gobierno central». «Solo con echar un vistazo a la saturación actual de las dependencias estatales en edificios como la actual sede de la Subdelegación del Gobierno, en Campanar, se pone en evidencia lo desafortunado de la pretensión del ministerio de Montoro», añaden.

Según las fuentes, «el tic de hacer crecer las burbujas especulativas parece que es la tónica habitual en los gobiernos de la derecha», cuando en su opinión, «un gobierno no es una agencia inmobiliaria que deba buscar hacer negocio con los recursos de todos, sino que debe primar el interés por ofrecer los mejores servicios y en las mejores condiciones a toda la ciudadanía».

En opinión del ayuntamiento, que es el que debería cambiar el planeamiento para darle un uso hotelero a la antigua Delegación de Hacienda, «tumbar un edificio como éste para construir un hotel no es una primera necesidad de los valencianos». Muy al contrario, añade, «el ayuntamiento está diseñando un crecimiento sostenible y ordenado del turismo en nuestra ciudad». En consecuencia, «hace unos meses se activó una moratoria para la creación de nuevos hoteles en Ciutat Vella (aunque siguen su curso de tramitación las cerca de 40 licencias hoteleras solicitadas antes de dicha moratoria, ya que es obligación de la administración garantizar la seguridad jurídica», recuerda.

En la misma línea se pronunció València en Comú, que, a priori, no cree que convertir dotaciones públicas en edificios privados sea lo más correcto. Creen, por tanto, que votarían en contra de un cambio de usos como ha propuesta el Ministerio de Hacienda, aunque advierten que necesitan tener más información de esta propuesta para pronunciarse al respecto.

Apuesta por el turismo

Por su lado, la concejala de Turismo y socia de Ribó, la socialista Sandra Gómez, cree que la construcción de un hotel en el edificio de Hacienda no es mala idea, desde luego mejor que tener «edificios muertos» en el centro de la ciudad, dice. «Primero, no está afectado por las limitaciones del Plan Especial del Carmen y la Seu Xerea y además es un edificio vacío, por tanto me parece perfecto que pueda incorporarse a la oferta de alojamiento de Valencia», dice.

«Si València quiere optar a buenos eventos y quiere ser competitiva tiene que incrementar su planta hotelera. Y no tenemos tantos hoteles de estas características dentro de la ciudad, por tanto, en principio, a mi me parece bien», precisó.

Sandra Gómez admitió que «convertir un organismo público en un hotel siempre llama la atención», pero «si realmente el Estado no le va a dar ningún otro uso, me parece bien».