A la familia de Lucía Vicenta Monrabal la idea de que su hija fuese la niña de la calle de San Vicente en el Año Jubilar del santo (el 600 aniversario de su muerte) le pilló por sorpresa.

El martes, el teléfono de Arlen Camarasa (madre de Lucía) sonó para anunciarle que una plaza quedaba libre para que su hija, de 20 meses, pudiese ser, en la tarde de ayer, bautizada en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer

La tradición, asentada hace más de 400 años, marca que el niño bautizado ha de ser hombre y recibir el nombre de Vicente. Sin embargo, confesó Ángela Caballer, clavariesa mayor de la ceremonia, «el niño que teníamos confirmado para este año canceló en el último momento dejando una plaza libre... Y lo cierto es que son pocos los bebés que forman parte de la cofradía, así que se lo propusieron a Lucía».

La cofradía, formada por casi 3.000 socios, elige cada año un niño (o niña en este caso) para ser bautizado en la pila de San Vicente Ferrer. En sus inicios, indicó Rafael Pinazo, presidente de la cofradía, se trataba de un recién nacido sin recursos suficientes como para poder costearse el bautizo.

«Niños de la calle a los que la comunidad cristiana les permitía acceder a su primer sacramento y a los que también se les pagaba la educación», indicó Pinazo.

La cofradía de San Vicente Ferrer, por tanto, costea tanto la ceremonia como el pasacalle posterior (a las 19.00 horas) en el que la comitiva «ofreció» a Lucía a la Virgen de los Desamparados. Una marcha que abría la Policia Local, montada a caballo, siguiéndole a continuación tabalets y dolçaines y coches de caballos ocupados por los padrinos, Lucía y los padres, hasta la llegada a la Virgen.

«Los vicentinos nos han ayudado mucho», reconocía José Antonio Monrabal, padre de Lucía. «Que mi hija, vicentina de cuna, haya podido pasar por esta experiencia rodeada de los suyos, de la cofradía y de San Vicente Ferrer, es todo un honor y un orgullo», reconocía Arlen.

Y añadía: «Que nos llamaran en el último momento ha sido una señal de que San Vicente Ferrer lo ha querido así, nos ha elegido», señalaba emocionada. Lucía además, crecerá con algo que no todos los niños tienen, dos padrinos y dos madrinas: el hermano del padre y la hermana de la madre como familia directa; Pep Expósito (niño de San Vicente hace 14 años) y Mabel Dorado como padrino y madrina, respectivamente, de la propia cofradía, quienes acudieron a la ceremonia con traje valenciano, como marca la tradición.