Ha sorprendido la noticia de que el edificio de la Delegación de Hacienda, sito en la calle de Guillén de Castro, debe ser destinado, probablemente a hotel, pues ha de ser desalojado de momento por aluminosis. Esto llama la atención, pues inmuebles que llevan siglos construidos, sin las técnicas modernas, ahí permanecen: la Catedrales, los viejos palacios, incluso el acueducto de Segovia, y tantos otros. Pero que algo que se levantó hace prácticamente medio siglo no pueda seguir utilizándose como tal parece inexplicable.

Los viejos aún recordamos las remodelaciones que se produjeron en la Ciudad en las décadas de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Hacienda aún la conocimos -desde la calle, pues de chicos aún no visitábamos tales dependencias- en el reverso del Palacio del Temple -donde también estuvo la Diputación Provincial-. Pero esas dos décadas cambiaron buena parte de la fisonomía ciudadana. Donde hoy está la delegación ministerial que hablan de convertir en hotel, era un jardín, continuación del que aún permanece un pequeña parte en la parte trasera de la parroquia de San Agustín. En aquel terreno se consideraba que estaba el Mercado de Abastos, pues allí montaban muy temprano sus puestos los proveedores -en los aledaños aún podían aparcar los carros, pues los coches aún no agobiaban- y los establecimientos que necesitaban sus mercancías acudían allí a proveerse.

Pero en aquellas dos décadas llegaron las importantes reformas. Se construyó el que hemos conocido como «Mercado de Abastos», en la calle de Buen Orden, un enorme inmueble que llamó la atención en su momento, pero que con el tiempo ya resultaba insufrible para vecinos, pues el tráfico era cuantioso para la zona. Y así surgió, ya fuera del casco urbano, la nueva «Mercavalència», destinándose el anterior y moderno edificio a oficinas, despachos policiales, centros culturales, etcétera?

Sin embargo, lo que nos ha llamado la atención, en estas fechas en que todos hemos acudido para presentar la declaración de la renta o estudiar temas relacionados con la hacienda pública, es que el enorme edificio, moderno y esbelto, en el que aún recordamos las visitas del ministro Mariano Navarro Rubio, deba de ser abandonado, revisado y rehabilitado -ya decimos, por aluminosis- y que se proyecte destinarlo a hotel en el centro de la Ciudad.

Suponemos que se estará proyectando levantar otro inmueble, pero, por favor, que se construya con técnicas modernas y con los más modernos sistemas arquitectónicos. No vayamos a obligar a nuestros hijos o nietos a cambiar de Delegación de Hacienda porque la nueva tenga defectos, como la que vimos levantar en nuestra juventud. Por lo pronto, en la calle de Jesús ya se ha abierto «Agencia Tributaria» en un local que albergó la Cámara de Comercio. ¡A seguir adelante!