La futura Ordenanza de Civismo en el Espacio Público abordará medidas para luchar contra el botellón, los botellón,excrementos de mascotas

Y lo hará desde una perspectiva preventiva y reeducadora antes que punitiva, según explicó ayer la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, en una comparecencia junto a la responsable de la cátedra Protecpol de la Universitat de València, Paz Lloria, que es la que está trabajando el documento desde hace meses.

Con esta normativa, que en principio se iba a llamar Ordenanza de Convivencia, se quiere dar respuesta a los problemas ciudadanos más cotidianos, dejando fuera algunos de ellos, como el ruido o el tráfico, que ya están regulados en otras ordenanzas municipales.

En el caso del botellón, que afecta a la mayoría de los barrios de la ciudad, la propuesta es sancionar por el consumo de alcohol en vía pública, como hasta ahora, pero sobre todo por las molestias a los vecinos, incluidos ruidos o suciedad.

Además, en el caso de los menores, la sanción se dirigirá a los padres y para aminorar o anular la multa tendrán que hacer, tanto los padres como el hijo, cursos de reeducación o tareas de voluntariado y trabajos comunitarios. «Las soluciones únicamente punitivas se ha demostrado que no funcionan y por eso queremos trabajar en la educación y la toma de conciencia», explicó Anaïs Menguzzato.

«Mendicidad coactiva»

Para la «mendicidad coactiva», que se fijará principalmente en los gorrillas, pero también en limpiadores de coches o vendedores de pañuelos, por ejemplo, la idea es sancionar aquellas acciones que supongan una intimidación para las personas, es decir, que las personas sientan inseguridad.

Y conscientes de que la multa no la van a pagar los infractores por carecer de medios económicos, en estos casos se comunicará la sanción a los servicios sociales para que tengan conocimiento de este problema y actúen. Menguzzato admitió que tener una sanción impide cobrar determinadas prestaciones o ayudas sociales, pero asegura que su voluntad es exclusivamente informativa.

En el caso de los grafiteros, que serán casi los únicos afectados en el apartado de «deterioro del espacio público», la futura ordenanza prevé que el infractor tenga la posibilidad de limpiar o reparar el daño o participar en una especie de voluntariado cívico para anular o aminorar la sanción. Eso sí, en el caso de dañar un edificio protegido o monumento se aplicará el código penal como hasta ahora.

Finalmente, para combatir los excrementos de animales, un asunto histórico entre las molestias vecinales, la ordenanza obligará no solo a recoger las heces, sino a llevar todos los elementos necesarios para hacerlo, de lo contrario habrá una sanción aunque no haya excrementos.

Es más, no bastará con llevar una única bolsa, sino que habrá que llevar al menos tres para garantizar la limpieza completa.

Al menos en el caso de los grafitis la idea es imponer sanciones de hasta 750 euros, pero la reiteración puede hacer que esas faltas se conviertan en graves o muy graves y llegar hasta los 3.000 euros.

La ordenanza está en fase de elaboración y contará con un proceso participativo antes de aprobarla definitivamente. «Estamos ante una norma que se basa en la idea de la cultura de la paz y de la mediación como fórmula para solucionar los conflictos de convivencia siempre que sea posible», explicó la concejala.