Un agente de la Policía Local de València, franco de servicio, fue brutalmente agredido por llamar la atención a un ciudadano que llevaba a su perro, de raza potencialmente peligrosa, sin bozal, advirtiéndole que iba a comenzar una actividad lúdica con niños organizada por una comisión fallera.

Después de que el dueño del animal le golpeara con la correa metálica causándole lesiones, el agresor además lo denunció por defenderse de su ataque y el policía acabó sentándose en el banquillo como coacusado, ante una petición de pena de un año cárcel.

Ahora la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de València aclara lo ocurrido y pone a cada uno en su sitio. Así, impone cinco años y medio de cárcel al dueño del American Staffodshire Terrier por los delitos de atentado contra agente de la autoridad y lesiones y absuelve de todos los cargos al policía, quien actuó en el «cumplimiento de su deber».

Los hechos ocurrieron el 8 de octubre de 2016 en el barrio de La Llum de València, cuando el ahora condenado portaba por la calle «sin el obligatorio bozal» a su perro, de raza American Staffodshire Terrier. Según detalla la sentencia, el policía franco de servicio, ante una «situación de verdadero peligro para terceros, al encontrarse en un lugar cercano a la zona donde se desarrollaba una actividad lúdica con niños», se dirigió al acusado y le requirió para que pusiera el bozal al animal.

Ha quedado acreditado que el agente se identificó correctamente como policía, y que actuó en el cumplimiento de su deber como tal, «estando fuera de servicio, lo que hace más loable su servicio a la ciudadanía, que ha pagado muy caro, sufriendo la brutal agresión, además de tener que soportar un juicio también como acusado», remarca la sentencia, que lo absuelve de las lesiones.

Pese a su «petición fundada y explicada, no arbitraria», el dueño del perro, quien no tenía licencia para tenencia de animales potencialmente peligrosos, y con antecedentes por tentativa de homicidio, lesiones y conducción temeraria, «respondió en actitud desafiante». Posteriormente le propinó un puñetazo y le dio latigazos con la correa metálica del perro, mientras el agente se defendía.

La sentencia remarca que la acción del policía, acusado inicialmente de un delito de lesiones, está «amparada en las eximentes de cumplimiento de un deber y legítima defensa, como así ha quedado acreditado, con claridad meridiana y sin ningún género de dudas».