Los hosteleros de Russafa están en pie de guerra contra las nuevas delimitaciones de sus terrazas, gran parte de las cuales empezaron a pintarse el pasado jueves tras el acuerdo al que llegaron en mayo el ayuntamiento, la Federación de Hosteleros y la de Vecinos. No obstante, ahora, con la medida ya aplicada, muchos de los hosteleros del barrio critican el «gran recorte» que les supondrá la nueva normativa. Entre ellos hay casos paradigmáticos como el casi centenario Bar Biosca, que pasará de tener 15 mesas en la calle a tan solo tres. «Me han quitado el 90 % de la terraza, no sé cómo voy a poder sobrevivir así», decía ayer Claudia, su propietaria. Ella iba más allá y matizaba que «esto me afecta no solo a mí a nivel personal como pequeña empresaria, sino a mis empleados. Y para muchos estos son sus únicos ingresos al mes». Ella pide que se estudie cada situación caso por caso y propone alternativas: «Hay locales que no les interesa trabajar por la noche, pueden reducir el horario de apertura de la terraza, por ejemplo, pero no quitarla».

Entre los dueños de bares, restaurantes y pubs el enfado estos días es por el fondo y también por las formas. Critican el modo de proceder de los funcionarios que acudieron a pedirles que pintaran la zona de delimitación: «Aquí se presentaron quince personas o más con una actitud muy chulesca y autoritaria», decía el dueño de un bar que prefiere no dar su nombre. Además, como confiesa él y otros más, tuvieron que comprar ellos mismos los botes de pintura, a un precio de 30 euros, y arrodillarse a pintar la zona acotada, algo que les pareció especialmente abusivo.

Por su parte, el gerente del Cómic Café, José Gómez, también muestra su inconformidad. En su caso, al hacer chaflán, reducirá menos de la mitad de su terraza. Él cree que la medida puede provocar, incluso, más ruido: «Ahora se generarán espacios vacíos que la gente llenará de algún modo, estando de pie están menos controlados y puede que sea peor», indicaba. Él también pone en valor los nuevos locales y recuerda que «antes el barrio estaba prácticamente muerto, y se ha revitalizado con todo lo que se ha abierto. Es mucho más visitable y vivible. Lo tienes todo mucho más a mano y tienes más vida», lo cual es una reivindicación general de los hosteleros.