«Era un verdadero crack. Inteligente como él sólo. Nos va a costar mucho superar esto». La falla San Vicente-Periodista Azzati vivió ayer en estado de shock y así continuará durante bastantes más. A lo largo de un año, las comisiones sufren los avatares de la vida. Rara es la semana en la que una o varias de ellas no comunica el fallecimiento de uno de sus falleros y que los lazos negros aparezcan en las redes sociales. Pero la tragedia de Jaime Utrillas duele como pocas o como ninguna. Porque se produjo tras un acto fallero y rodeado de todos aquellos con los que vivía la fiesta desde pequeño.

En la noche del sábado al domingo, los falleros estaban felicitándose por el éxito del acto de preselección. Celia García y Marta García habían sido elegidas para la gran final de la Fonteta. En ese momento se escuchó un fuerte estruendo en la calle Jacinto Benavente e, inmediatamente, gritos.

Un automóvil había atropellado a Jaime, que se desplazaba en silla de ruedas y estaba en ese momento cruzando la calzada. El impacto fue tan brutal que le desplazó varios metros. Las asistencias lo intentaron todo, pero las heridas eran irrecuperables y prácticamente falleció en el acto.

Dos de los tres pasajeros tuvieron que ser atendidos por una crisis nerviosa y una contusión en una pierna. La Policía instruye las causas del accidente: cómo se producía el cruce del paso de peatones y la velocidad del automóvil.

Jaime sufría una diversidad funcional que le obligaba a vivir en silla de ruedas. Pero siempre estaba en primera línea de la comisión. Rara es la foto de grupo en la que no aparecía posando feliz en una esquina. «No se perdía prácticamente ningún acto», recordaban ayer en la comisión. Con la silla cubría la Ofrenda, acudía a las preselecciones, a las comidas... a todo lo que significara falla.

Era su vida, pero no la única. La suya era intensa, sin achantarse. Compartía pasión fallera con pasión deportiva. Le llamaban «Marciulonis» en la Penya Forera del València Basket y veía los partidos en un espacio habilitado detrás de una de las canastas.

Cuentan los que le conocían que siempre pedía al presidente, Vicente Solá, más facilidades de accesibilidad del pabellón para los aficionados con discapacidad. Y es que, precisamente, sus limitaciones físicas le habían hecho luchar por los que eran como él. Era presidente de Codifiva, la Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de València que gestiona una residencia de atención.

«Durante años, hasta su jubilación, Jaime estuvo trabajando en la Conselleria de Bienestar Social, como adjunto a la figura del Defensor de Personas con Discapacidad. Posteriormente, le dedicó más tiempo a Codifiva y la gestión de la residencia», aseguraban en la asociación. «Jaime ha sido de esas personas que, durante muchos años, ha trabajo a favor del colectivo de la discapacidad de manera desinteresada», decían ayer.

La comisión de Periodista Azzati había aventado feliz el doble triunfo de la preselección. Las fotos de las dos falleras eran el reflejo de una noche de fiesta. Había que ir al casal de la calle Almas a celebrarlo. Pero los acontecimientos giraron de forma trágica. Desde entonces, un lazo negro preside la red de la veterana comisión. Y con ella, cientos de lazos puestos por otras comisiones y miles de mensajes. De los que le conocían y de los que no. Porque las Fallas, cuando una sufre, lo sufren todas como algo propio. Ayer, Jaime era fallero de todas las comisiones de la ciudad.