Ante la inminente llegada de las fiestas de San Fermín en Pamplona vuelve a la actualidad el debate sobre la seguridad en esta ciudad en materia de delitos sexuales. Sobre todo, después de la reciente resolución judicial sobre La Manada.

En los últimos días se ha suscitado una nueva polémica: se está pidiendo que las mujeres acudan al «chupinazo» con camiseta negra en señal de protesta y las asociaciones feministas exigen mantener la indumentaria habitual blanca y roja al considerar que nada debe coartar la normalidad.

En medio de ese debate, la Universidad de Navarra presentó ayer un estudio auspiciado por el ayuntamiento en el que analiza la incidencia de las agresiones sexuales y los compara con otras fiestas: las Fallas de Valencia, la Feria de Málaga, la Tomatina de Buñol y el Pilar de Zaragoza, usando para ello información y recuento del Ministerio del Interior.

En términos absolutos, las Fallas están por debajo de la fiesta de Pamplona y la de Málaga, con un total de 64 denuncias en el periodo comprendido entre 2006 y 2017 por 74 y 73 de las otras dos.

En términos absolutos podría considerarse una cifra inusitadamente alta en comparación a los Sanfermines, especialmente si se tiene en cuenta la trascendencia que se ha dado al trato a la mujer en aquella ciudad. Tanto es así, que en el Ayuntamiento de València se acuña habitualmente el concepto de «evitar la sanferminización» de las Fallas.

Sin embargo, la «letra pequeña» es reveladora: las agresiones en Fallas son menores en relación a las cifras de todo el año: esas 64 denuncias serían tan sólo el 2,35 de las registradas durante todo el periodo de tiempo estudiado. Mientras que, por ejemplo, en Pamplona alcanza el 13,41 por ciento. Dicho de otra forma, la celebración de la fiesta no supone, aparentemente, un incremento sustancial en el número de incidentes que se producen el resto del año en la ciudad.

En La Tomatina, por contra, apenas se han registrado cuatro incidentes, pero suponen el 19,52 por ciento de los que se producen en la villa de Buñol.