Elia fue noticia hace dos años en Levante-EMV. Protagonizó una curiosa historia de cómo, con sus ciber-pesquisas, había conseguido no sólo encontrar una fotografía de su tatarabuelo, fundador de la comisión de San Vicente-Periodista Azzati, sino descubrir gracias a ello a una parte de la familia con la que habían perdido contacto. La descendiente de don Agustín Palanca es, por ello, Azzati cien por cien, pureza de sangre absoluta. «La historia no pudo ser más curiosa, porque la familia de un primo de mi abuelo llegaron a nuestra comisión sin saber que su antepasado, que es el mismo que el mío, era el fundador». Se llevaban conociendo desde hacía tiempo, pero sin saber que eran familia entre sí. Uno de esos pequeños milagros que tienen las fallas que cuentan ya con seis generaciones de historia.

Espíritu inquieto, Celia es médico residente de segundo año en la especialidad de Familia y Comunitaria. «Me estoy formando. Son cuatro años y acabo de empezar el segundo». Con las oposiciones en el horizonte para no ser un interino de ir yendo de un lado a otro. Siente una especial predilección por el trato a las personas mayores. «Quería o medicina de familia o geriatría» y reconoce que se decantó por la primera porque tiene más salidas en el futuro «y porque también tratas muchas personas mayores». Puede parecer un trabajo rutinario, de altas, bajas y recetas «pero depende mucho. Yo también tenía al principio ese concepto, pero hay que distinguir entre la ciudad y el pueblo. En el pueblo eres «el metge». Yo, por ejemplo, hago la tutoría en el centro de salud de La Cañada y allí, al médico lo tienen venerado. Es quien explica las cosas cuando vienes de ver al especialista en la ciudad. El que da confianza...». Completa su querencia por las personas mayores con los años que ha sido voluntaria en una residencia de Velluters.

Pudo ser la fallera mayor del 75 aniversario de la Ofrenda. «Pero estaba en el MIR y para perderme actos preferí esperar. Saqué plaza a la primera y entonces sí que me animé. Además, coincidí con la infantil, que me hacía especial ilusión». Si sale en la corte tendrá que hacer marquetería de excedencias, guardias, turnos... la primera prueba, más liviana, la ha superado: «Finalizar el año de fallera mayor sin deber ninguna guardia».

La elección de Celia está asociada, muy a su pesar, con lo sucedido inmediatamente después: el atropello al fallero Jaime Utrillas. Han pasado las semanas y su sensación sigue siendo irreal. «No hay forma de afrontar lo que sucede. Piensas que esto no puede haber pasado. Acababa de estar con él». «Ocurrió cuando nos estaban haciendo entrevistas y no nos enteramos. Llegamos al casal. Me veía como fuera de lugar. Soy médico y quería ayudar, hacer algo, pero me veía vestida de fallera, de fiesta, cuando no había fiesta que celebrar. No celebramos nada. Nos quedamos pero para saber más cosas». Se queda con un detalle: «El recuerdo de él y lo gran fallero que era y la solidaridad que nos han demostrado los falleros. Rocío fue la primera que me llamó, los minutos de silencio en las preselecciones, los mensajes que hemos recibido...».