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Patrimonio portuario

Nueva vida para los astilleros

El informe de la Cátedra Demetrio Ribes propone proteger el conjunto industrial de Unión Naval y aboga por su reconversión en terminal de cruceros - El espacio industrial sería un nuevo acceso a la ciudad por un lugar histórico con personalidad propia

Vista general captada este año del conjunto con las naves de talleres y gálibos. manuel carreres

El informe patrimonial sobre Unión Naval de Levante (1925), los primeros astilleros modernos del puerto de València, realizado por la Cátedra Demetrio Ribes por encargo de la Conselleria de Infraestructuras, propone proteger el conjunto como Bien de Relevancia Local, en la tipología de «sitio histórico de interés local». Este enclave industrial, de arquitectura ecléctica y con reminiscencias del Modernismo, ya sin uso, es digno por «su integridad, su estado de conservación y su significación histórica y territorial en el puerto y en la propia ciudad» de protección patrimonial. El informe, realizado por el actual director de la cátedra, Luis Arciniega, y Manuel Carreres, considera, además, «perfectamente viable» el nuevo uso como terminal de pasajeros y cruceristas que proyecta la Autoridad Portuaria de València.

Arciniaga y Carreres descartan dotar a los astilleros, pertenecientes desde 1999 al Grupo Boluda, de la máxima protección como Bien de Interés Cultural y abogan por preservarlo como Bien de Relevancia Local, una figura más flexible que el BIC y de competencia municipal. El informe propone igualmente que por la destrucción sufrida por los bombardeos del bando franquista y la incautación gubernamental para la producción de armamento y carros de combate, así como la posterior reconstrucción en estilo, podría contemplarse su catalogación como «lugar de la memoria democrática de la Comunitat Valenciana», tal como señala el artículo 5 de la Ley 14/2017.

El conjunto industrial de Unión Naval debe entenderse como una unidad para preservar su contexto, apunta el informe, si bien la diferencia cronológica y el gran número de volúmenes de los que se compone hace complicada su conservación integral. Según el informe «sería imprescindible conservar y mantener los elementos de mayor importancia». En concreto, las cinco naves más cercanas al cantil que forman parte del complejo original reconstruido en estilo tras la Guerra Civil; las dos gradas conservadas; el edificio de oficinas, que forma parte del complejo original y en la actualidad se mantiene en uso; la torre de agua que forma parte del complejo original y es un hito destacable dentro del conjunto; las grúas que, aunque de instalación moderna, son los únicos elementos mueble conservados y, «por su localización, preservada in situ, y su monumentalidad, forman parte intangible del paisaje portuario».

Memoria colectiva

La consolidación y conservación de estos elementos permitiría mantener la memoria colectiva de los astilleros valencianos y su relación con el contexto social, urbano e histórico del puerto y la ciudad, apunta el informe que considera que «sería perfectamente viable dotarlos para el uso de las nuevas actividades previstas y por el que se ha realizado el presente informe, esto es, terminal de cruceros. Por ser «un espacio diáfano, por la estética y el volumen de sus formas, los elementos conservados podrían adecuarse a los cometidos de una terminal, y las gradas y grúas preservadas complementarían el lugar como un escenario de aquello que fue la actividad industrial», apunta el informe. En definitiva, «permitiría el acceso a la ciudad por un lugar histórico dotado de una personalidad propia y, a su vez, moderno y adecuado a las nuevas necesidades».

La sociedad Unión Naval de Levante fue constituida en 1924 con la finalidad de proporcionar la actividad constructiva de toda clase de navíos y reparaciones de buques en el puerto de València. Sus orígenes se remontan a 1916, cuando José Juan Dómine funda la Compañía Transmediterránea con la unión de diversas sociedades navieras, entre ellas también los Talleres Gómez, para la construcción de unos astilleros junto al muelle de Poniente.

El 17 de noviembre de 1917 se otorga la concesión definitiva para la construcción de estos astilleros. El proyecto y las obras fueron dirigidas por el ingeniero Justo González Garrido y ganaron 16.568 metros cuadrados al mar. Tras ello, entre 1918 y 1920 se realizaron los trabajos de cimentación, instalación de vías férreas y la construcción de los edificios para talleres, estando en proceso la instalación de las grúas-torres y restando apenas el inicio de las antegradas y gradas.

En 1924 se funda en Barcelona la nueva sociedad Unión Naval de Levante, cuya constitución fue llevada a cabo por la Compañía Transmediterránea, Astilleros de Tarragona y Fried, Krupp Germaniawerft Aktiengesellschaft.

En 1925 se terminaron las tres gradas proyectadas y tuvo lugar la inauguración oficial de los astilleros de València, de mano del Príncipe de Asturias, que puso la quilla al buque mixto «Ciudad de Algeciras». En lo s astilleros se fabricaron buques carga, de pasaje, petroleros, de transporte armado e incluso el primer buque de propulsión eléctrica construido en España: el «Artablo».

Efectos de la Guerra Civil

Durante la Guerra Civil los astilleros fueron incautados para fabricar armamento, tanques y carros blindados. Por esa razón, así como por la situación estratégica en el puerto de València, el conjunto industrial sufrió numerosos bombardeos provenientes de los aviones italianos aliados del bando sublevado.

Tras la contienda, el conjunto fue reconstruido y se mejoraron las condiciones y formación de los empleados con la construcción de una nueva Escuela de Aprendices, economato y biblioteca.

El conjunto industrial comprende dos recintos diferenciados, los talleres y los astilleros (con tres gradas y cuatro grúas «cantilever»). Los talleres (de herreros de ribera y forja, carpintería, ebanistería, montaje, mecánica y calderería) se situaban en tres naves longitudinales frente a la fachada marítima y dos naves posteriores. El conjunto se completaba con una torre de agua, que aún se conserva, y edificios auxiliares de oficinas, capilla y clínica.

En 1946, la Compañía Transmediterránea se hizo con casi la totalidad del capital social de los astilleros, en el que más tarde entrarían el Banco Central y el Santander. En 1999 el Grupo Boluda adquiere la propiedad de los astilleros, que se especializaron en la reparación y fabricación en serie de buques estándar, de salvamento, remolcadores de puerto y altura, petroleros y barcazas. Tras un siglo de historia, los astilleros cesaron su actividad en 2012

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