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De la festa, la vespra

Nostra Dona Santa Maria de València

Nostra Dona Santa Maria de València

Aunque El Cid Campeador en su breve conquista y posesión de Valencia ya había dedicado y hecho consagrar la Mezquita Mayor «in honorem Beatae et Gloriosae semper Virginis Mariae», Jaime I cuando entró años más tarde reiteró esta dedicación mariana una vez purificado y bendecido el templo mahometano y convertido en cristiano.

Se hizo así durante la celebración de una misa en un altar de campaña, que presidió un icono de la Virgen que el rey llevaba siempre consigo en su campaña militar Cruzada de conquista del Reino Moro de Valencia, la cual quedaría en adelante como Patrona de la nueva Catedral surgida a raíz de la conquista de la ciudad. El propio rey la colocó con sus manos en el altar que le erigieron en los primeros momentos de la nueva era.

Aquella imagen de la Virgen con el Niño Jesús era una pintura sobre tabla, un precioso icono, que en principio recibiría el nombre de «Nostra Dona Santa Maria de Valencia» y a ella se aclamaba con devoción el monarca en los casos de grave necesidad.

La imagen la dejó el rey en la catedral en una capilla, siendo muy visitada y venerada. Popularmente se le conocía como «Mare de Deu del anell», probablemente, sin que se sepa con certeza, porque detrás de la tabla tenía un anillo de hierro de los de colgar en algún soporte. Se ha llegado a afirmar que la llevaba el propio rey consigo en su cabalgadura.

Una inscripción en latín acompañó siempre el pedestal donde se situó la «bellísima pintura» y que traducida decía: «Ofreció a esta ciudad, después de haber vencido los enemigos, esta primera imagen de la Sagrada Virgen, el ínclito Rey, y de reyes norma, D. Jaime. ¡Oh, tú, cualquiera que seas! Mírala con respeto».

El icono, que llegó a presidir el altar mayor de la catedral, quedó destruido por el fuego en el incendio y asalto que turbas descontroladas protagonizaron el 21 de julio de 1936, inicio de la pasada guerra civil española, llamada también persecución religiosa. Pudiera ser de procedencia italiana, sin tenerse datos más concretos.

En 2009, fue bendecida una réplica del icono desaparecido, costeado por la Fundación Jaume II el Just, obra de María Dolores Ferrer Castelló hecha a partir de fotografías que se tienen de aquella imagen. El icono, de 60 x 48 cm., está pintado al temple de huevo sobre fondo dorado.

Era una constante del rey aragonés que pueblo valenciano-musulmán que conquistaba se apoderaba de la mezquita y la convertía en templo católico, por eso en muchos pueblos de nuestra geografía existen un alto número de parroquias intituladas a la advocación de su preferencia, la Virgen de la Asunción. Esta circunstancia, por ejemplo, señala que cuando en algún lugar encontramos varias parroquias, la más antigua, la histórica, siempre es la que lleva esta titularidad.

En razón a ello, aquella primitiva advocación devendría en la actual de la Seo o de la Asunción. Jaime I tenía una especial devoción al hecho de la Asunción de María, que, en Teología, o más bien, en Mariología, es la «elevación por Dios de la Virgen Santísima, en su propia carne, desde la tierra al cielo», o «la muerte de la Virgen y tu tránsito a los cielos», en cuerpo y alma como relata nuestro preciado «Misteri d'Elx», o dormida, como describen el misterio en los pueblos de la Marina donde la Virgen no está muerta, sino dormida, la «Mare de Déu Dormida», la del 15 de agosto.

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