La ciudad de València, desde la apertura de la barriada de Ramón de Castro, ha cambiado en muchos aspectos, tantos que incluso algunos de los descendientes de aquellos obreros originarios que se asentaron en 1910 no reconocen la zona en la que viven en la actualidad.
Este es el caso de Rafael, uno de los habitantes que todavía hoy reside en una de las viviendas inauguradas a comienzos del siglo XX y en la que, como el mismo reconoce, «han vivido mis abuelos, mis padres y ahora mi hermano y yo». Cuando sale a la calle y mira a su alrededor percibe desde hace varias décadas cómo ha cambiado aquella zona en la que se crió. «El barrio ha cambiado mucho, muchas de las personas que estaban aquí han muerto y otros se han ido. Ahora los que más tiempo llevamos aquí somos una mujer que vive enfrente y yo», reconoce con cierto toque de nostalgia.
Asimismo, cuando se le pregunta, enseguida recuerda anécdotas de cuando él era pequeño. «Me acuerdo de salir con pocos años por esta puerta y ver que había una verbena aquí, al lado de mi casa, el día de San Ramón, eso ya no se ve, todo ha cambiado mucho», destaca.