Hace unas semanas, las imágenes de unos geoglifos en un solar de la avenida Blasco Ibáñez corrieron como la pólvora y no faltaron los que se acercaron a buscar el emplazamiento. Y por ello, se cumplió uno de los objetivos: «quería crear un misterio urbano», pero, a la vez, hay un halo de misterio: «algo me impulsó a hacerlo». No sabe si la llamada de la Naturaleza o de otro lugar, otro lado. Y lo consiguió. La sátira y la ironía la puso el resto de la ciudadanía. El caso es que el misterio de los geoglifos de la avenida Blasco Ibáñez tenía una explicación: es una iniciativa presentada a la Casa de la Juventud por una joven artista argentina, Tatiana Mutilva. Tanto es así, que «una vez realizada la obra quería generar la expectación, difundirla, haciendo correr la noticia, crear un falso documental para hacerla visible... pero no ha hecho falta. Estoy verdaderamente sorprendida porque lo una parte de lo que quería generar se hizo rápidamente».

Fue un vecino de la zona, Vicente Montañés, el primero que lo fotografió y lo introdujo en las redes sociales, desde donde se multiplicó. Apareció en las páginas de Levante-EMV y subió aún más exponencialmente. En una parcela yerma de la avenida habían aparecido unos signos que sólo podían distinguirse desde la altura. Y como la sociedad ya tiene asimilado en la cultura popular el origen paranormal (presuntamente paranormal) de señales de este tipo, el debate se puso sobre la mesa.

Cielo, sol, hombre libre...

Lo primero: ¿qué son y qué significan? «Son signos de la cultura bereber, que forman parte del origen de nuestra propia cultura. Es el cielo, el sol, el hombre libre, la lluvia...». Es una invocación de la comunión del hombre con la naturaleza. La teoría conspiranoica menos fantasiosa (se descarta la de los Ovnis) hablaba de símbolos celtas, que habrían sido reutilizados por neonazis. Otros, en la vertiente satírica, consideraban a Puigdemont como inspirador de las señales. Además de los alienígenas o el anuncio del apocalipsis. Nada de nada.

Había que bucear por el departamento de Juventud del Ayuntamiento para encontrar una convocatoria de Cultura Jove: «residencias artísticas». «¿Necesitas un espacio para desarrollar tu creatividad? ¿Quieres promocionar tu obra?». El trabajo dentro de arte multidisciplinario fue el suyo: un geosiglifo. Es decir, «un geoglifo con forma de sigil, un símbolo mágico que funciona de guía, de camino hacia el lugar al cual queremos llegar».

Tatiana es licenciada en Bellas Artes y reside en València desde hace quince años. La obra se realizó «como las pirámides, con cal y agua». Y con un halo de misterio: «me ayudó mi madre, y algunos amigos y otras veces lo hacía yo sola. Como trabajaba por la noche, conozco gente que ha dicho que en el barrio estaban alarmados porque se veían luces». Seleccionar el espacio no fue fácil. «Vi varios solares que se me ofrecieron desde el ayuntamiento y finalmente, con el conocimiento de la policía, obtuve los permisos para trabajar». Más aún: la parcela (ahora mismo, un erial sin ningún tipo de utilidad) tenía precintos de la Policía Local. Y el objetivo final, crear el misterio. «Es un trabajo efímero, sin forma, no está hecho por ego, pero el objetivo se ha cumplido y de forma sorprendentemente rápida». No había más que esperar a que un vecino se asomara al balcón y viera los diseños. De momento, ninguna nave extraterrestre ha reparado en su presencia.