Aunque la composición de la corte de honor adulta no tiene nada que ver con la de hace unas décadas, aún quedan algunos muros por derribar. Ya ha habido jóvenes de 30 años o más, ha habido casadas, parejas de hecho€ pero, por ejemplo, aún no lo ha sido ninguna madre, algo que ya lo han intentado varias antecesoras, la primera allá por 1994 a las dos que lo intentarán este año. Noelia Méndez es una de ellas. Y si lo logra sería el final más redondo para un cúmulo de sorpresas y casualidades y que empiezan por su propio nombramiento.

«Estoy aquí gracias a mi pareja, que fue quien me apuntó como candidata a fallera mayor. Mi hijo iba a ser nombrado presidente infantil y yo, esa tarde, aún preguntaba: 'entonces, ¿no hay fallera mayor?'. Bien, y por la noche, en el nombramiento no me di cuenta de que todos mis amigos se habían puesto de frente a mi para ver mi cara. Y me nombraron. Fue una sorpresa enorme». Sin problemas porque en su falla, Aras de Alpuente-Castell de Pop, lo tenía todo para alcanzarlo, siempre y cuando alguien la inscribiera. «Es por antigüedad si hay más de una candidata. Si las dos comparten esa antigüedad es a sorteo. Pero ni eso: sólo estaba yo». O mejor dicho, sólo la habían apuntado a ella. Ahora, doce meses después, «le doy las gracias a mi marido por tomar la decisión». Aunque lo primero que hizo fue «preguntarle si se lo había pensado bien». Pero el resultado es totalmente satisfactorio. «Siempre sales adelante. Pensaba que compaginar con el niño sería complicado, pero no fue así». Razón por la que no acude a la final a pasar el rato. «No me esperaba salir precisamente por mi situación, porque no es normal. En el jurado no nos preguntaron sobre nuestra situación, pero lo que está claro es que no renuncio a nada. Si mi familia me ha apoyado este año, lo seguirían haciendo».

Toda una historia gestada en el barrio y tras una historia de amor curiosa. «Mi marido vivía en Nazaret, como yo, pero con doce años se fue a vivir a Paiporta. Nuestras familias eran amigas, habíamos ido juntos a campamentos de niños€ pero el se marchó, se borró de la falla y cada uno continuó su vida». Paso la niñez, la adolescencia, se vieron una vez «cuando cada uno de nosotros tenía pareja» y once años después sí que sí «nos encontramos en una discoteca, el estaba con sus amigos, yo con mis amigas€ ¿que tal?, ¿cómo estás?, empezamos a quedar€ y así empezó todo. Ahora le digo que se fue de Nazaret y ha acabado con una de Nazaret». Pero sí que se la llevó a Paiporta, lo que le obliga a cruzar casi todo el término municipal todos los días. «Trabajo en el colegio Marni. Soy tutora de una clase. Este último curso estuve con nenes de dos años y en septiembre estaré con bebés». Rotaciones habituales. «Llevo como mínimo 18 cursos. Desde que acabé de estudiar. Hice las prácticas y me quedé».

Y fallera de Aras de Alpuente «desde que nací, porque mis padres ya lo eran». Sólo echa de menos «no haber sido fallare mayor infantil. Cuando me tocaba dije que no. Me arrepiento, pero respeto la decisión que tomé de niña». Ahora vuelve con la idea de hacer historia.