En pleno mes de agosto todavía es posible encontrar, en el término municipal de València, una playa, prácticamente, solitaria, donde se escucha el canto de los pájaros y el sonido del mar con total tranquilidad. Se trata del entorno de Rafalell i Vistabella, ubicado entre los términos de Massalfassar y la Pobla de Farnals. Hoy por hoy, es una especie de joya medioambiental que, no obstante, y como ocurrió con todo el litoral valenciano, también sufrió en su día la presión urbanística. En aquel entonces, las protestas vecinales se impusieron para mantener la zona, rodeada de un humedal importante para las aves migratorias, en su estado natural. Pero ahora es la única playa de València, junto con la de Pinedo, que no cuenta con bandera azul, ni tiene vigilancia ni servicios de ningún tipo, salvo papeleras.

De hecho, nada más acceder a ella, desde una rotonda con una zona de aparcamiento muy limitada, un cartel de la Concejalía de Playas de la capital del Turia avisa de que es una costa no vigilada, donde está prohibido el baño y también pasear con ella con perros. Advertencias que, como ocurría ayer, prácticamente nadie respeta. Es habitual ver gente bañándose y también paseando canes. Es más, algunos de ellos, como Rosario, de la Pobla de Farnals, reclaman que se habilite para poder ir con su mascota: «La playa a mí me parece perfecta porque no hay mucha gente y se está tranquilo. Pero podría ser también para perros porque no tenemos donde ir», reclama.

En el lado contrario, están otros que critican la presencia de canes, como Miguel Navarro, de Bétera: «Le llaman la playa de los perros, aunque están prohibidos. Es molesto porque a veces los dueños no recogen sus excrementos. No deberían permitirlo». Él, como tantos otros, desconocía que este lugar perteneciera a València. Se muestra asombrado al saberlo y pide que, al menos, pongan baños públicos, como hay en Massalfassar.

Otra petición, que también fue una promesa electoral del gobierno encabezado en su día por Rita Barberá, es que se declare como una playa medioambiental. Esto reforzaría la protección de la misma al igual que si fuera declarada como paraje natural municipal. De hecho, el año pasado el concejal de Conservación de Áreas Naturales Sergi Campillo se reunió con el alcalde de Massamagrell, Pep Galarza, para poner en marcha un proyecto que ponga en valor la marjal. Aunque, hoy por hoy, la iniciativa parece que sigue parada.

La marjal, abandonada

Cuando uno se adentra en la marjal descubre el estado de dejadez de la misma que se refleja en el estado de abandono del mirador y de los puntos informativos de fauna y flora que se instalaron en su día. El primero está rodeado de maleza, mientras que los segundos aparecen sin información ninguna, llenos de pintadas y en medio de la nada.