El tercer sábado de septiembre Benimaclet festeja als Sants de la Pedra, a quienes lleva en carro o tractor en romería desde y a la Ermita de Vera, y donde son muy venerados, pero la devoción les llega desde la cercana Carpesa, que es la madre de todos los cultos a san Abdón y Senén en los pueblos valencianos.

De Benimaclet son patrones los Santos de la Piedra Abdón y Senén, en 1548 ya tenía Cofradía, la «Lloable Confraria dels sants Abdón y Senén», y Ermita, la Ermita dels Sants, sobre cuyo solar se levantaría el actual templo parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. «Pues de Dios sois tan amados/, y el que os sirve, tanto medra; guardad los campos de piedra, Abdón y Senén sagrados», le cantan sus Gozos. Benimaclet sucumbió ante la voracidad de la capital. Carpesa continúa libre hecha hermosa isla de paz, tranquilidad y serenidad, distante, de momento, de las garras de la gran urbe cosmopolita.

Ambas conservan sus fiestas y tradiciones en toda su pureza. Es más, las rescatan cuando cabe. Como el caso de Carpesa donde un joven cura que tuvieron, José Jaime Brosel Gavilá, hoy en el Vaticano, encontró en el Archivo del Reino unas antiguas danzas del lugar; recuperadas y vivas.

Cuenta éste que Carpesa es donde triunfó y se implantó primero la devoción als Sants de la Pedra allá por el siglo XVI y de allí se irradió al resto del territorio patrio. Les ha ido bien a los labradores de esta fértil y ubérrima huerta con los Santos protectores contra la piedra, de manera especial en una buena que cayó en 1730, cuando sus huertos se salvaron de la inclemencia de una tormentosa gota fría, tras aclamarse a ellos, al tiempo que quedo arrasada y aniquilada toda la huerta de València, donde no les habían hecho aún mucho caso.

Antigua como la de Benimaclet, de la Cofradía de Carpesa sólo se tiene documentación desde 1641. Los lugareños de aquí, además, les tienen dedicada todos los años una jornada especial, el día de la Festa d ´Acció de Gràcies, por haberles protegido de la sonada pedregà de 1730. La fuerza, el impacto, la tradición y la memoria del salvarse de aquella inclemencia meteorológica en Carpesa hizo que la devoción als Sants de la Pedra se extendiera más no sólo a los pueblos vecinos de l´ horta, también al resto del territorio en calidad de protectores de los campos valencianos.

Todo lo relacionado con estos santos y nuestros agricultores ha sido detalladamente estudiado y publicado por el P. Brosel Gavilá, natural de la vecina Alfara del Patriarca, una hormiga de archivos y bibliotecas, que en su tiempo libre pastoral documentó, además, todo lo que pudo de la historia de Carpesa.

Uno de estos libros, «De la festa d´Acció de Gràcies i d´altres festes de Carpesa» me lo regaló muy amablemente, en una visita que al lugar hice, el dueño de un kiosko situado frente a la iglesia, que es toda una central de información, lo sabía todo, lo pasado, lo presente y hasta lo venidero.

De Carpesa recuerdo había una corrala en la fundían sus bronces los mejores escultores valencianos. Un paisano mío, Paco Badía, de Foyos/ios, escultor republicano exiliado, creaba su obra en París, pero venía a fundirla aquí, pues decía que era donde mejor le fundían. De sus olmos se hacía las Rocas de Corpus de Valencia que encargaba el Consell de la Ciutat. Un sinfín de tesoros culturales y tradicionales los que guardan en sus entrañas Carpesa y Benimaclet.