as fallas sirven para todo. Incluso tienen aplicaciones terapéuticas o de desarrollo motriz. A Nuria Sánchez Casasús, por ejemplo, la fiesta le sirvió para adquirir definitivamente la posición bípeda. «Me apuntaron a la falla con un añito. Me han contado en casa que yo no andaba nada y que en seguida era 'bracito, bracito, bracito', pero que un día me pusieron en el pasacalle y dejé de pedirlo».

Es profesora de inglés «de niños y adultos en una academia de Torrent. Por las mañanas también trabajo en el colegio Nuestra Señora del Rosario de Paterna. Estudié un Grado en Estudios Ingleses que empecé como Filología y tengo un máster en Educación Secundaria en Inglés». Todo ello reforzado con un año en la Universidad de Nottingham. Está contenta: «Por lo menos trabajo de lo que he estudiado y eso es muy importante». También le sirve de argumento para trabajar en verano «en el backstage del festival Medusa, ayudando a los artistas. Para eso es necesario tener un buen conocimiento de inglés».

Una más en la larga lista de preseleccionadas para el año 2019 que, por las circunstancias que sean, no han sido falleras mayores infantiles. «Mi hermana no pudo ser y mis padres decidieron que hubiera igualdad para las dos y que cuando fuéramos mayores ya veríamos», como así fue. Pero ser fallera mayor de València-Teodoro Llorente tiene su miga. Datos oficiales en la mano, es la comisión de todo el censo que más mujeres adultas tiene: 436 el año pasado. ¿Cómo se hace para salir elegida? «En mi comisión va por antigüedad», pero claro, «esperaba mi momento desde hace muchos años. Tenemos una lista muy larga y por fin me ha tocado». Tiene 27 años, 28 en plenas fallas. En la edad de las nuevas falleras mayores, «con esto de la lista por antigüedad solemos ser de edades como la mía». Siempre de la comisión de «El Cano», «he sido subdelegada de festejos, aunque este año no me han dejado. Lo llevan mis mejores amigas y, literalmente, me han vetado porque querían que todo fuera sorpresa y que no me enterara de nada. También fui subdelegada de juventud en su momento».

A pesar de su nutrido censo, tuvieron que esperar a 2016 con la niña Paula López Alcalá para estrenarse en el libro de oro de la corte de honor. Y Nuria siempre de allí. «Mis abuelos maternos son de Xirivella. Los paternos vienen de un pueblo de Murcia, de Moratalla, pero mi «iaia» se crió en el centro de València. Se vino muy pequeñita, al lado del ayuntamiento. Aún así, dice tener pueblo, aunque no sea de origen familiar. «Veraneo en Manzanera, Teruel».