ieciocho años. Jovencita. Las preseleccionadas que no alcanzan la veintena ya tienen asumido, casi de serie, que esta edad, tan habitual hasta no hace tanto tiempo, ahora se considera casi extraña. Como en su momento lo fueron las «mayores», etiqueta que recibían aquellas que osaban acercarse a los 24 o 25 años, y que ahora son franca mayoría. En el caso de Amparo Pozuelo, además, se reproducen unas motivaciones altamente tradicionales: «¿Por qué fallera mayor este año? Porque consideré que era un momento importante. Alcanzar la mayoría de edad, llegar a segundo de bachillerato. Es un tiempo de cerrar etapas y abrir otras, no había otra mejor». En la falla Pío XII-Jaume Roig, que este año ha vivido de primera mano la experiencia de la corte con Estefanía Mestre, y que a partir del próximo fin de semana, pondrá en escena a sus dos falleras mayores de 2018: Lucía de la Cruz en infantiles y Amparo en mayores, tras consumar el doblete en las preselecciones. «Cuando tu fallera está en la corte tienes algunos privilegios, como ver la exaltación en primera fila, que vengan a cenar una noche y, sobre todo, conocerlas de cerca. Se convierte en algo tangible y te das cuenta lo que son y lo que valen. Que ahí no está, como se dice, 'la prima del amigo del amigo', sino gente que lo merece de verdad». Muchas razones para que su reinado haya sido una verdadera puesta de largo. Cumplió los 18 en febrero, un mes antes de sus grandes días, «y llevé el 18 en la preselección».

Amparo estudió las fallas en la universidad a distancia. «Me apuntaron de niña, pero nos fuimos a vivir a Tarragona. Cuando volvía del colegio le pedía a mi madre que me pusiera la 'mascletà' en el ordenador y luego hacía lo mismo con la Ofrenda. Sin haberlo podido vivir, porque me fui muy de niña, es algo que he llevado siempre muy dentro. Cuando volvimos a casa, yo tenía nueve años, descubrí tantas cosas que llegó el enamoramiento total de la fiesta. Nos volvimos a apuntar y desde entonces». No le dio tiempo a ser fallera mayor infantil, pero recuperó el tiempo con creces. En lo fallero y en lo no fallero. Se apuntó a la sección de sincronizada del Club Natación Xirivella con la que participó en la alta competición. Amparo no es nueva en las páginas de Levante-EMV: cuatro veces apareció su foto en el álbum de cromos de la Crónica del Deporte Valenciano defendiendo los colores amarillos de su club, así como en la edición de l'Horta como premiada en la Gala del Deporte de Quart.

Ha acabado el bachillerato «y voy a empezar la carrera de enfermería. Es por vocación, tengo la suerte de haber descubierto lo que me gusta y me llena como persona». Casi como una revelación. «El verano pasado me di cuenta de lo mucho que me gustaba ayudar a los demás y que podía hacerlo mi profesión. Consideré que al trabajar de algo que te llena solo puedes crecer. También colaboro en un grupo de Juniors, La Ermita de Quart. Estoy súper feliz de trabajar con los niños».