Tres de los quince Pobles de València son, tecnológicamente hablando, núcleos anclados en el siglo XX. En Benifaraig, Poble Nou y El Saler todavía «funcionan» con velocidades de acceso a internet «ridículas», denuncian los vecinos, ya que allí todavía no han pasado del viejo protocolo ADSL en algunas viviendas y otras al menos ya gozan de la tecnología 4G. Desde hace años vienen reclamando a las compañías telefónicas la instalación de fibra óptica en sus calles «porque nos merecemos ser del siglo XXI», como señala la alcaldesa de Poble Nou, Enriqueta Llopis. Otros pueblos no están mucho mejor, pero al menos ya se está haciendo la instalación del cable, aunque sin fecha concreta de entrada en servicio.

La falta de un servicio acorde con los tiempos que corren complica mucho la vida a aquellos que, profesionalmente, desarrollan su actividad en estos pueblos, rodeados por la huerta o l'Albufera, en el caso del Saler. «Sabemos de vecinos que han de desplazarse a casa de familiares porque desde su domicilio no pueden enviar archivos grandes, y es que hoy en día mucha gente ha optado por el teletrabajo, pero en nuestro pueblo es imposible», lamenta la alcaldesa Llopis, que reclama una reunión con Telefónica para saber si piensan seguir adelante con un plan pactado con el Ayuntamiento de València.

Así lo explica Tamara Martínez, alcadesa de otro de los pueblos afectados, Benifariag. «Aunque no es una competencia municipal, desde el año 2015 nos hemos asesorado y hemos hecho varias gestiones para conseguir que la fibra óptica nos llegue. Tanto es así que, en conversaciones con el Ayuntamiento de València propusimos que, para renovar el servicio de telefonía e internet del propio ayuntamiento, se exigiera a las operadoras interesadas como condición la necesidad de cablear los Pobles de València. En este sentido, tenemos que expresar nuestra satisfacción puesto que la propuesta fue atendida e incorporada por la corporación municipal».

En núcleos como El Perellonet, El Palmar o La Punta han comprobado como se está realizando ya la instalación de la fibra óptica en sus calles, aunque desconocen cuándo estará operativo el servicio. En el norte, Carpesa y Borbotó también han sido cableadas recientemente, aunque en este último no está en marcha el servicio y durante meses tuvo el cable parado al cementerio pendiente de despliegue. «En los Pobles del Nord la dispersión territorial y el bajo índice poblacional han sido una desventaja para que las multinacionales hagan llegar su oferta y servicios al resto de pueblos», explica Tamara Martínez, que entiende también que el retraso se debe a motivo económicos. «Hay que remarcar que las empresas con las cuales se ha hablado nos han hecho saber tanto a los alcaldes y alcaldesas como las concejalías de Pobles y a la de Administración Electrónica que sus indicadores, basados en políticas de mercado, no hacían viable económicamente cablear nuestros pueblos dado que no los representaba volumen de negocio», señala la alcaldesa de Benifaraig.

A pesar de este criterio, los pueblos siguen trabajando para lograrlo. «En las últimas semanas, tanto desde la Alcaldía de Benifaraig como desde la de Poble Nou se han intensificado los esfuerzos para averiguar si está previsto los despliegue de la fibra en nuestros pueblos puesto que entendemos que el paso previo porque nos llegara necesariamente pasaba por Borbotó, dado que la infraestructura avanza desde Burjassot», relata Martínez.

Para las alcaldesas de Poble Nou y Benifaraig, más allá de ser una cuestión de mercado, la falta de fibra óptica es un menoscabo a los derechos de los habitantes de los pueblos. «No hemos dejado de insistir en pedirla al considerar que en la era de las tecnologías de la información y la comunicación toda la ciudadanía tiene que poder ejercer el mismo derecho de acceso a estas en igualdad de condiciones. Por otro lado, siempre hemos trabajado para conseguir que los pueblos se equiparon en bienestar en la ciudad de València por lo cual consideramos que cualquier ciudadano y ciudadana empadronado en el término, viva donde viva, tiene que poder desarrollar su actividad personal o profesional en iguales condiciones», reclama Tamara Martínez.