Cuando en julio de 1573 se iniciaron las obras de los primeros Silos, el destino de este conjunto de almacenaje era guardar el grano de trigo para mantenerlo en buenas condiciones tras la cosecha. Básicamente, se convirtieron en la «despensa» de la ciudad de València, sobre todo en épocas de escasez.

Los pasadizos y galerías que forman parte del conjunto arquitectónico sirvieron, más de 360 años después, como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil. Según detalla el escritor Luis. M. Expósito en su libro «Los Silos de Burjassot: el granero de València», el 22 de frebrero de 1937 se propuso que esta construcción se utilizara como refugio ante los bombardeos, realizando algunas obras de adecuación. De hecho, según cuentan vecinos del pueblo que vivieron la contienda, en el patio de los Silos se instalaron unos potentes focos para deslumbrar a los pilotos.