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Los hosteleros de Ciutat Vella exigen respeto a las terrazas y el comercio

Critican que el Plan de Protección (PEP) invisibiliza el papel regenerador de la hostelería

Algunos clientes en una terraza de Ciutat Vella. daniel tortajada

Los vecinos, comerciantes y hosteleros integrantes del colectivo Ciutat Vella i Viva critican que el Plan de Protección de este distrito, conocido como PEP, y cuyo plazo de presentación de alegaciones ya ha finalizado, promueve un residencialismo excluyente e invisibiliza el papel regenerador de la hostelería en el centro histórico. Ahora mismo, este plan está a punto de pasar a su fase final de aprobación. Por ello, las asociaciones que integran este colectivo quieren poner de manifiesto que, a su entender, el PEP «invisibiliza la actividad de las pymes hosteleras», las cuales, a lo largo de su extensa trayectoria «han sido parte fundamental del tejido socioeconómico del barrio». Y cuya actividad «ha sido fundamental para el mantenimiento, habitabilidad y la regeneración del centro histórico, que durante décadas sufrió el abandono, degradación y marginalización».

Desde Ciutat Vella i Viva también se incide en la importancia de dar valor a las terrazas. Aseveran que la definición del uso ciudadano del espacio público de este plan «mantiene una visión parcial y restrictiva sobre los usos compartidos y en el que las terrazas, una vez más, se convierten en culpables de todos los males de la ciudad». Lamentan que solo se pone el acento en «controlarlas y restringirlas» cuando «se trata de un espacio público de indudable interés y atractivo para la ciudadanía». La cual, agregan «lejos de verse amenazada por este espacio, disfruta mayoritariamente de ellas». En definitiva, las terrazas, indican, «son espacio público y no tendrían razón de existir si no fueran utilizadas de forma integradora, por toda la ciudadanía».

Este colectivo pone en valor que ha sido gracias a la combinación de usos y el mantenimiento de una oferta de servicios por parte de la hostelería que se ha contribuido a «la supervivencia del comercio de proximidad y los mercados municipales» así como a las «elementales condiciones de seguridad, salubridad y de habitabilidad del vecindario», con posadas, hostales y mesones históricos con una trayectoria a sus espaldas de más de cien años. Precisamente, este punto, el de la catalogación de los establecimientos emblemáticos, es uno de los mejor valorados por Ciutat Vella i Viva del PEP, pues es «imprescindible para acometer un plan para la protección integral del patrimonio del centro histórico».

Retos del siglo XXI

Ellos aseveran que «ha llegado el momento de superar un diagnóstico restrictivo y anclado en el pasado para afrontar los verdaderos retos de las ciudades turísticas del siglo XXI» y entre ellos ponen sobre la mesa cuestiones como las viviendas turísticas, el «masificado» turismo de cruceros, las nuevas fórmulas de movilidad, la impunidad ante actividades ilegales y clandestinas como el botellón o la venta ambulante callejera.

Por último, critican que las normas urbanísticas y de protección del plan «adolecen de una necesaria batería de medidas eficaces, constructivas y dinamizadoras del centro histórico» y donde la actividad económica «es una amenaza a la que perseguir» ignorando que «sin actividad económica y sin servicios los barrios están condenados a su degradación y deterioro».

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