Durante muchos años, las aspirantes al trono de la fiesta rellenaban la inscripción para un concurso que se llamaba «elección de la corte de honor». Desde hace unos años lo han cambiado por la realidad: «elección de la fallera mayor». Y este año aún con más fuerza se insiste en este aspecto. La JCF llama al acto de esta noche «elección de candidatas a falleras mayores de València 2019». Incluso en algún momento le ha añadido un burocrático «segunda fase». En el lenguaje popular, lo que se elige esta noche seguirá siendo la corte de honor. Porque serán mayoría: 24 de ellas se quedarán con ese cargo, que no está nada mal, y, dentro de dos semanas, dos de ellas subirán a lo más alto. Pero, en evitación de que cunda el conformismo, se hace saber así que todas ellas siguen en la carrera.

La noche será especialmente dura para las demás, 120 falleras adultas e infantiles, que han tocado el cargo con los dedos y han tenido varios meses de visibilidad. Ahora, ser preseleccionada es ser «algo» en la fiesta, pero ahora se verán obligadas a regresar a sus comisiones. Una de cada seis, algo que los jurados insistieron en los últimos días pero que, por lógica, es difícil de digerir de forma rápida.

El acto está muy consolidado en su liturgia, con la presentación inicial, la despedida de las falleras vigentes y el discurso de Rocío Gil y Daniela Gómez, y los desfiles combinados con números musicales y una pausa que no hace más que crecer la ansiedad, pero necesaria para que los bares hagan caja. Los veredictos, para entonces, están ya más que cerrados (lo debieron hacer anoche o, como muy tarde, hoy por la mañana).