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Nuestra Señora de Gracia: una Capilla de ida y vuelta

La leyenda cuenta que dos monjes agustinos salieron del convento para contratar a un imaginero que les creara una Virgen para su Iglesia. Un peregrino les entregó una tabla pintada al temple con el icono bizantino de una imagen de la Virgen con el Niño y les dijo «do vobis de gratia»

Nuestra Señora de Gracia: una Capilla de ida y vuelta

A veces la casualidad nos lleva a encontrar en una foto algo que de entrada nos sorprende, se encienden las luces rojas en nuestro cerebro y lo mejor que puede pasarnos es que nos preguntemos: «¿Eso qué es?». Vemos la foto una y otra vez, comprobamos que la ubicación es la correcta pero sigue estando allí algo que desconocemos; poco a poco vamos imaginando lo que puede ser, lo único que puede ser y nos metemos de lleno en una investigación. Se trata de una foto anterior a 1945 del mercado de Abastos en la calle Guillem de Castro en la que a la izquierda aún podemos ver la inacabada Casa del Pueblo, proyectada por Javier Goerlich y derribada tras la Guerra Civil y, a la derecha, lo que en un principio podría parecer el lateral de la Iglesia de San Agustín.

Pronto nos hace abandonar esa idea un paredón alto con unas ventanas de ojo de buey y una portada de iglesia que nunca tuvo San Agustín en ese lateral. Pegada a la cabecera de la Iglesia de San Agustín pero sin pertenecer a la misma, de una envergadura como para no pasar desapercibida, su nave era igual o incluso más alta que la de su vecina y realmente poco conocida, ya que fue derribada en 1945, pero que gracias a las fotos antiguas podemos verla, reconocerla y estudiar su historia. Se trata de la última Capilla de Nuestra Señora de Gracia, la gran desconocida, primera patrona de la ciudad hasta que en 1885 el Papa León XIII nombró en su lugar a la Virgen de los Desamparados.

Para hablar de esta Capilla nos hemos de remontar a la llegada a València de la comunidad Agustiniana en el año 1258, en busca del báculo de San Agustín como obispo de Hipona (Argelia).

En el año 430 ante la invasión de Hipona por los vándalos, que retrocedían hasta África empujados por los Hunos, los cristianos desenterraron el cuerpo de su último obispo San Agustín y lo llevaron a Cerdeña junto a su báculo pastoral y su mitra. Posteriormente ante la invasión sarracena que sufrió la isla, el rey vándalo Liutprando en el año 722 pagó por ellas a los moros y se las llevó a Pavía en un cofre de plata, donde sigue enterrado en un precioso mausoleo en la Basílica di San Pietro in Ciel d'Oro. Según la creencia, su báculo fue transportado hasta las costas de Levante y la comunidad Agustiniana a mediados del siglo XIII lo siguió, fundando en nuestra ciudad, en el año 1307, un convento en las tierras donadas por el rey Jaime I. Este edificio contaba con una biblioteca con más de 120.000 ejemplares, con un claustro gótico y con una iglesia donde la reliquia fue venerada como la más importante del reino.

Como fuera que esta iglesia no tenía advocación Mariana, dice la leyenda que dos monjes salieron a contratar los servicios de un imaginero y de camino, un hombre al que los devotos perpetuaron como un ángel, les dio una tabla de 70 x 50 cm en la que pintada al temple aparecía la imagen de una virgen bizantina sujetando en su brazo al Niño Jesús que llevaba un pajarito, diciéndoles en latín «os la doy de gracia», de ahí tomó su nombre.

En 1370 los monjes auspiciados por el rey Enrique II Trastámara, muy devoto de esta virgen, le construyen una primera capilla, gótica y de una sola nave, en lo que era la sala capitular en el lado del Evangelio de San Agustín, dándole acceso tanto por el convento como por el templo. Así mismo creó la Real Cofradía de Nuestra Señora de Gracia.

Con la ampliación del recinto amurallado de la ciudad, el convento queda dentro de las murallas pero sin acceso principal al templo, por lo que fueron indemnizados. Abrieron un nuevo acceso a la Iglesia por una placeta que se formó llamada Portería de San Agustín y se rotuló la calle que unía la entrada del Portal de San Vicente con la zona del Mercado como Calle de Nuestra Señora de Gracia, comprando terrenos y edificios colindantes que derribaron. A principio del siglo XVII se amplía el recinto conventual con un claustro llamado de novicios de dos pisos y se construye en el viejo claustro gótico un segundo piso, unidos ambos claustros por una crujía en la que se hallaba la magnífica biblioteca. Un siglo más tarde el rey Fernando VI amplía la obra de la capilla tomando parte del viejo claustro y conservando la nave existente le añade otra transversal convirtiendo la planta en cruz griega y dotándola de una cúpula central. Su decoración y ejecución del retablo fue realizada por Francisco Vergara y concluida por sus hijos José e Ignacio.

Desde la entrada del ejército francés en 1812, éstos establecen su cuartel general en el conjunto Agustiniano, con el consecuente deterioro del convento y la Iglesia. Pasada la contienda se redecora el interior del templo y así llega hasta la desamortización de Mendizábal en que los agustinos fueron expulsados del mismo, pasando éste a pertenecer al museo del Carmen pero la tabla de Nuestra Señora de Gracia fue escondida por las monjas agustinas en un convento próximo. Al año siguiente la Iglesia pasa a ser parroquia añadiéndose a la de San Agustín la advocación de Santa Catalina Mártir, se coloca el icono en la primera capilla de la parte de la epístola y el convento es usado como cárcel de los prisioneros hacinados en las Torres de Cuarte. Son los mismos reos los que lo rehabilitan para su uso, aunque después la suciedad y la humedad lo deterioran mucho.

La sociedad Lo Rat Penat crea una comisión con sus prohombres a la cabeza, Barón de Alcahalí, Martínez Aloy, Fourrat, Rodrigo Pertegás, Teodoro Llorente? y realiza varias visitas al conjunto penitenciario, así como a la capilla anexa al mismo a fin de evaluar, contabilizar y relacionar lo que se iba a derribar. De este modo conocemos más detalles del claustro nuevo cuyos lunetos estaban pintados al fresco representando la vida San Agustín. En cuanto al claustro viejo, al que se llamaba de la Virgen de Gracia por evidentes motivos, tenía arcadas de arcos apuntados con bóvedas de nervios que daban paso a la Capilla afeada por revoques churriguerescos aunque la belleza de su bóveda, altar de jaspe, púlpito de madera labrada y la soberbia lámpara de araña en cristal rosa la hacían merecedora de una buena restauración y de convertirla en Capilla de la Comunión de la Iglesia de San Agustín y Santa Catalina. Finalmente, en 1904 se derriba completamente el convento y la capilla de Nuestra Señora de Gracia para proporcionar unos solares y financiar con su venta la nueva cárcel. La tabla de la Virgen de Gracia se coloca en el altar de San José aunque se pierde la gran devoción que por ella se tenía llegando incluso a desaparecer su cofradía que en 2003 retomó su actividad.

Empieza una época de reparaciones, los cambios y las nuevas obras en la Iglesia de San Agustín. En 1902 el arquitecto Arnau Miramón abre puerta y ventana en el lateral de la Iglesia recayente a la Plaza de San Agustín; en 1905 José Camaña repara los muros de la fachada posterior que lindaban con el convento; en 1906 Francisco Almenar reconstruye la medianera de la fachada donde se unía con el convento anteriormente y José Camaña las dos fachadas principales, a Guillem de Castro y a la Plaza de San Agustín; en 1912 Luis Ferreres construye un nuevo campanario cambiando su ubicación, que daba al derribado convento y lo desplaza a la derecha situándolo en la esquina de la plaza.

Finalmente en 1922 José Camaña, arquitecto diocesano, a petición e insistencia del párroco de San Agustín, Miguel Belda, solicita permiso para construir en los solares donde siempre estuvo situada, una capilla de una sola nave para Nuestra Señora de Gracia. Problemas burocráticos derivados de la pertenencia de ese solar al Ayuntamiento y la Diputación, los trámites del permiso se demoran dos años pero costeada por una suscripción de los feligreses y devotos, que reúnen cerca de 60.000 pesetas, comienzan las obras y levantan la nueva Capilla de Nuestra Señora de Gracia, que será la tercera de su historia. El día 20 de abril de 1929 tiene lugar la inauguración por el Arzobispo Melo y el alcalde Marqués de Sotelo, dentro de unos festejos que duraron dos días completos con pasacalle, bandas de música, tracas, bendición, misa, «entrà de murta» y procesión.

Durante la Guerra Civil el conjunto vuelve a sufrir numerosos daños y saqueos aunque la Tabla de la Virgen volvió a salvarse de los mismos siendo custodiada por unos cofrades. En 1940 el arquitecto Javier Goerlich comienza una repristinación que duraría tres años y afectaría desde el campanario a la fachada recayente a Guillem de Castro. La capilla continuó en su sitio y en los solares anexos se ubicó el mercado de Abastos de la ciudad hasta que en 1948 pasaron a una edificación nueva en la calle Alberique, construida también por Goerlich. Hoy en día, en el lugar en el que estaba la Capilla de Nuestra Señora de Gracia hay una biblioteca y la casa abadía pertenecientes a la Iglesia de San Agustín y Santa Catalina.

En la actualidad el icono de Nuestra Señora de Gracia preside el altar mayor de la Iglesia de San Agustín y Santa Catalina, que fue coronada en 1956 por el párroco D. Antonio Justo en el mismo templo. Gracias a una foto, una duda, una investigación, damos a conocer la historia de una Capilla de gran importancia, que por tres veces fue construida y albergó a la patrona de la Ciudad de Valencia...

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