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Investigación histórica

Origen de la Mocadorà en entredicho

Textos medievales abren la puerta a que el "tronaor" dulce y los regalos de mazapán nacieran mucho antes de abolirse Els Furs

La fiesta de Sant Dionís lleva más de cinco siglos asociada al consumo de dulces, pero el hallazgo de varios textos medievales ha desvelado ahora hasta qué punto la repostería jugó un papel clave en las celebraciones organizadas por el Ayuntamiento de València a finales del siglo XV, sobre todo, durante dos visitas muy especiales: La del monarca Joan II y, posteriormente, la de los Reyes Católicos.

Estos documentos encontrados en el Arxiu Històric de València por el investigador Miquel R. Martí dibujan un consistorio que gastó «una auténtica fortuna» para celebrar el 9 d' Octubre el año que recibió a Joan II, sobre todo, en delicias hechas con azúcar.

Pero, además, los textos incluso abren la puerta a cuestionar que los «tronaors» dulces surgieran en el siglo XVIII como respuesta a la abolición de Els Furs y a la prohibición de la fiesta.

La primera duda surge al repasar un «Llibre de Murs e Valls» que concreta los gastos municipales en 1472 con motivo de Sant Dionís durante la visita del rey, Joan II. En esa relación incluye los pagos por «cohets tronadors daurar e pintar los cohets marçapans», justo tras hacer referencia a toda una serie de dulces: «confits», mazapanes, «osties, citronat, pinyonada» y «pastas Reales».

Este hecho y otros argumentos llevan a Martí a barajar que en el siglo XV ya había «tronaors» de mazapán «dorados y pintados», lo que derribaría a la tesis de que nacieron en el siglo XVIII como una idea ingeniosa del Gremio de Confiteros para mantener, a modo de dulce, los petardos que ya no se podían disparar para festejar el 9 d'Octubre, tras la abolición de Els Furs.

Además, a su juicio, cuestionaría que el primer manuscrito sobre la Mocadorà sea uno de 1747, a la venta por internet, como se llegó a afirmar después de que el investigador Luis Ramírez hallara en la Colección Espínola este documento que detalla la compra de «más de 8 libras de turrones tanto de azúcar como de canela» y otros dulces, que hizo un 9 d'Octubre una familia en una repostería.

Según el investigador Miquel R. Martí: «Los gastos realizados ese año en pirotecnia aparecen especificados en otro documento. Éste está lleno de repostería, por lo que todo indica que esos cohetes serían de dulce, dorados y pintados. De hecho, los de pólvora en esa época estaban forrados de hoja de estaño plateado».

En su opinión, «no es de extrañar que, en un siglo de esplendor como el XV surgieran esos 'tronaors' comestibles y hasta se extendiera la costumbre de que los hombres, que llevaban habitualmente un mocador, empezaran a regalar dulces a sus mujeres por esa fecha, como hacían las autoridades al recibir a visitantes ilustres, incluida la reina Isabel la Católica, pues he encontrado datos que lo confirman».

Dulces con las armas del Rey

Como prueba del esmero con el que se recibía a miembros de la Corona, están los textos hasta ahora inéditos que desvelan el gasto municipal en la fiesta a la que acudió Joan II. En un momento en el que, según Martí, el salario diario de un obrero de la ciudad era de 2 «sous», el ayuntamiento destinó entre pólvora y repostería más de 7.675 «sous»; una cifra récord en el siglo XV, según los «Llibres de Murs e Valls» que se conservan.

La mayoría de ese dinero se destinó a los dulces, con dos pagos que sumaban los 5.370 «sous, 3 diners». Además, se abonaron «30 sous al pintor Johan Palmero por pintar en los mazapanes las armas del Señor Rey». En opinión de Martí, «al hablar de 'marçapa' puede referirse tanto a los dulces como a la caja donde ofrecerlos o ambas cosas. No obstante, otro 'Llibre' se refiere a estas cajas como 'capces de confits' y un tercero de 1482 desvela el uso de hojas de palmera para servir los turrones, por lo que todo indica que se refiere a repostería. En cualquier caso, todo esto deja clara la sofisticación de la época».

Otra fiesta de la que ahora se han encontrado datos pormenorizados fue la de la visita del Duque de Segorbe, en 1494. El consistorio pagó 76 kilos y 779 gramos de dulces a Llorenç Sentafé, «sucrer», por un encargo que incluía hasta carabaçat. «Al recibir personalidades, la variedad, calidad y cantidad de dulces aumentaba», resalta Martí tras este estudio que completa la información sobre la evolución del 9 d'Octubre aportada por expertos como el catedrático de Historia Medieval de la Universitat de València Rafael Narbona.

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