Biólogos de la Asociación Herpetológica Timon (AHT) han redescubierto la presencia del sapo de espuelas, Pelobates cultripes, en el Parc Natural de l'Albufera. Hacía más de 20 años que no se tenía constancia de la presencia de esta especie la zona, por lo que se la daba por extinta.

El hallazgo se produjo la primavera pasada, durante un estudio de las malladas dunares, pequeñas concentraciones de agua dulce situadas en el cordón litoral del parque. «Durante nuestra investigación nos encontramos por sorpresa renacuajos de sapos de espuelas en una pequeña mallada, lo que nos sorprendió pues era la primera vez que eran detectados después de 23 años sin citas suyas», señala Ángel Gálvez, miembro de la AHT e investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universidad de Valencia. «Realizamos un control del desarrollo de estos renacuajos que nos confirmó que se trataba de Pelobates cultripes, estudio que posteriormente publicamos en una revista científica», explica.

Posteriores visitas a las mismas malladas han confirmado también la presencia de sapos de espuelas adultos.

Esta especie de sapo, que tiene una gran capacidad para excavar y enterrarse gracias a las duras espuelas que tiene en sus patas posteriores, es uno de los anfibios más amenazados de la Comunitat Valenciana, debido a la destrucción de los ecosistemas y a la urbanización desmesurada en las zonas dunares litorales, uno de sus hábitats preferidos. También esta capacidad para esconderse podría explicar su aparente desaparición del espacio protegido, al ser también un anfibio nocturno y de costumbres discretas.

«El redescubrimiento del sapo de espuelas, una especie gravemente amenazada, sirve para confirmar la gran importancia que la Albufera de Valencia tiene como un punto caliente para la conservación de la biodiversidad en nuestra tierra, en un grupo tan desconocido para la ciudadanía como es el de los anfibios», indica Luis Albero, presidente de la AHT. También ha aseverado que «las fuertes lluvias de los últimos días son una buena señal para su futuro, pues llenarán de nuevo de agua dulce las malladas y así se asegurará que puedan criar de nuevo sin problemas por la sequía que arrastrábamos los últimos años».