València y su área metropolitana es una de las zonas de España con más centros comerciales. Esta tendencia, que se ha incrementado en los últimos años, ha cambiado la forma de comprar de los vecinos y vecinas y se ha levado por delante no pocos pequeños comercios e incluso superficies más tradicionales como algunos mercados municipales. Uno de ellos, y que lleva cerrado ya varios años cuando el último puesto, una frutería y verdulería, decidió que ya no valía la pena resistir más, es el del barrio de la Luz.

Ubicado en la calle Andrés Segovia, ya en el término de Xirivella, pero separado del de València por solo una calle, es ahora un lugar fantasma donde las persianas cerradas, los candados y las pintadas han sustituido a los intercambios de productos, a las conversaciones de la gente en su interior y a un modo de vida, de relacionarse y de comprar que cada vez parece más lejano.

Los organismos públicos, conscientes de la decadencia de este tipo de mercados, intentan reactivarlos con iniciativas como el Bonic/a Fest en València o como la Tapa Clown que en la tarde-noche de ayer tuvo lugar en el otro mercado municipal de Xirivella, que aún mantiene unos 10 puestos activos, pero donde los espacios cerrados cada vez son más.

El alcalde de esta localidad, Ricard Barberà, reconoce que el mercado de la calle Andrés Segovia empezó a decaer cuando se abrió el centro comercial, ubicado justo enfrente. Él se muestra partidario de rehabilitarlo, pero reconoce que se necesitaría de una inversión que iría más allá del propio consistorio municipal pues «es muy antiguo, lleva mucho tiempo cerrado y necesitaría de una renovación integral».

Precisamente, hace unos dos años la por entonces concejala de Comercio de Xirivella, y hoy Diputada de Igualdad y Deportes, Isabel García, propuso a la conselleria de Comercio la rehabilitación de este espacio para convertirlo en una tapinería. Es decir, un lugar donde artesanos de diferentes profesiones pudieran ejercer su oficio y, al mismo tiempo, venderlo y crear tejido social y comercial. Como ella misma reconoce, esta «bonita iniciativa» no obtuvo la subvención solicitada, por lo que nunca se pudo poner en marcha.

Ella reconoce que reabrirlo hoy con la misma filosofía que tuvo en su día «no tendría sentido» pero sí lo ve factible con ideas como la propuesta. Es algo que espera que se vuelva a poner en marcha en la próxima legislatura. Ella cree que esta forma de comprar en grandes superficies es «una moda» y no descarta que con la implicación de instituciones y ciudadanía pueda revertirse.