Un día más el sol llena de vida los campos de la huerta valenciana. Una zona protegida por la Llei d'Horta pero vulnerable ante un proyecto diseñado desde Madrid y que sigue adelante a pesar del cambio de Gobierno central. Así, entre recursos, reivindicaciones y protestas, como la que se vivió en la mañana de ayer, el proyecto de ampliación de la V-21

Tanto los afectados como las personas que se oponen a este modelo de desarrollo ven cómo el tiempo se les agota, aunque las ejecuciones de expropiación, que estaban previstas para finales de octubre, todavía no han se han llevado a cabo, algo que les da cierta esperanza.

Con una pancarta que era toda una declaración de intenciones «Diners per a la gent, no per a ciment», unas 60 personas, convocadas por la plataforma Per l'Horta, recorrieron el tramo afectado que va desde la salida de València hasta el Forn de la Barraca, una de las edificaciones históricas afectadas por la futura ampliación.

Los integrantes de Per l'Horta explicaban que se oponen a cualquier propuesta que suponga «maquillar o modificar el proceso», como la reducción de la afección a la huerta planteada por el alcade de València, Joan Ribó. Cabe recordar, como insistían ayer los convocantes, que el proyecto supondría la destrucción de 80.000 m2 de huerta que, además, está especialmente protegida tras la aprobación de la Llei d'Horta.

Ellos proponen, en cambio, que los 20 millones de euros previstos para estos cinco kilómetros de carretera se destinen a mejorar los accesos en transporte público: «Queremos que el dinero de la V-21 se destine al transporte metropolitano», explicaban ayer.

«Es una contradicción»

Otra argumentación es «la contradicción» que supone, por un lado, apostar y fomentar un modelo de movilidad urbana basado en el transporte público, las bicicletas, los peatones y la reducción de plazas de aparcamiento, como el que defiende el Govern de la Nau, pero que, por otra parte, se invierta en ampliar los accesos por carretera y, por tanto, «se fomente la entrada diaria de más coches en la ciudad».

En vez de ello, proponen que se amplíen y mejoren tanto las líneas de autobuses metropolitanos como los servicios de Cercanías, con una parada, por ejemplo, en una pedanía aislada como es Port Saplaya que, pese a depender del coche «sus vecinos están desde el primer día con nosotros porque lo que quieren son menos coches y un mejor transporte público», indicaban ayer.

Entre los asistentes había todo tipo de personas como, por ejemplo, la reina de l'Horta 2019, Francisca Garrote, quien vestida de valenciana decía: «Cada vez se ve menos huerta y hay que intentar que la que queda que no nos la quiten. Queremos poder salir del círculo de contaminación y ver nuestras raíces que son la huerta».

Mientras que el presidente de la Associació Cultural de l'Horta de València indicaba que «se pueden elegir otras opciones que no destrocen una huerta amilenaria e histórica, que es nuestra seña de identidad». Poco a poco, la marcha fue transcurriendo por ese pedazo de historia viva que se mantiene ahí, recordándonos de dónde venimos y que es ajeno, de momento, al futuro incierto que se cierne sobre él.