Los feriantes de València han alzado su voz para reivindicar su código de buenas prácticas. Viene a cuento de las quejas vecinales que se escuchan siempre que la gran caravana se asienta en la ciudad y que ahora, con la llegada de la Feria de Atracciones de Navidad, ha vuelto a escucharse.

Los profesionales de la diversión sostienen como premisa fundamental que se atienen escrupulosamente a todas las disposiciones municipales y piden a la vez comprensión porque, según aseguran, ponen todo de su parte para minimizar el impacto.

El colectivo está presidido por José Esteban. No suelen prodigarse pero ahora proclaman su esfuerzo. «Tanto al llegar como mientras estamos y al marcharnos». Entre su código de buenas prácticas proclaman que «cuando llegamos limpiamos el recinto. Hemos protegido el edificio de la vieja estación del Grao y, cuando nos marchemos, dejaremos todo en perfectas condiciones».

La Feria estará abierta hasta el 22 de enero, salvo en el intervalo entre los días 10 y 13 y 17 y 20 de diciembre, en la antigua playa de vías de la Estación del Grao. Es, teóricamente, uno de los sitios menos invasivos de la ciudad, pues a su alrededor tiene la desembocadura del río, explanadas, el puerto, las Naves de Juan Verdeguer, un cuartel de la Guardia Civil y, efectivamente, dos bloques de viviendas recayentes a las calles Xavier Casp y Juan José Sister.

Entre las medidas aplicadas está el «desplazamiento de la noria al extremo más alejado de las viviendas». Entre otras cosas, porque «recibimos la queja de que los vecinos consideraban que se invadía su intimidad cuando la noria ascendía».

También han decidido «no sólo reducir los decibelios de la música y unificarla, sino que también hemos tomado la decisión de apagarla a las nueve y media de la noche. Da la sensación de que estamos cerrando, pero lo asumimos porque, además, el público ya lo tiene asumido».

José Esteban destaca que «no hay ciudad que no tenga una feria de atracciones. Eso es algo incuestionable. Y creemos que ahora mismo, el espacio es lo más respetuoso posible con la ciudad. Entendiendo que haya vecinos que se quejen, pero también tenemos que proclamar que ponemos todos nuestros medios para reducir el impacto. Hemos desplazado las atracciones 25 metros más de cómo las teníamos y eso nos ha obligado a cambiar los planos. Todo son costes adicionales, pero los asumimos. Y al final no hay que olvidar que la feria no sólo es un medio que tienen muchas familias para ganarse la vida, sino que también es un servicio al ciudadano, al que se hace feliz».

Contrariamente a lo que pueda pensarse, no estar en el centro, tal como sucede en la Gran Fira, no les disgusta especialmente. «Estas atracciones son demasiado grandes como para ir al Jardín del Turia. Llevamos años aquí y ya es un lugar consolidado».