La ciudad de València tiene cuatro zonas muy concretas donde se crían, venden y organizan peleas de perros potencialmente peligrosos: Malilla, Fuente de San Luis, Natzaret y el Cabanyal. Así lo denunciaron ayer fuentes de la protectora Modepran, gestora del refugio de animales de València, tras el ataque que sufrió la primera teniente de alcalde, Sandra Gómez, cuando hacía deporte en la Malva-rosa.

Según las fuentes, el problema no está en los animales, sino en la responsabilidad de los propietarios. Es más, entienden que ninguna raza debería ser catalogada como peligrosa de forma genérica, sino darles esta catalogación a los perros, de cualquier raza, que efectivamente lo sean.

Modepran expresó ayer toda su solidaridad con Sandra Gómez y le deseó una pronta recuperación tras ser herida en las dos manos por un perro de raza American Stanford, catalogada como peligrosa, cuando trató de proteger a su propia mascota, un golden.

No obstante, desde la protectora quisieron salir en defensa del animal agresor y de todos los animales. Para empezar, dijeron las fuentes, lo de Sandra Gómez fue «una pelea entre machos en la que siempre es peligroso meterse». No es una agresión a la persona, recalcaron.

Y luego incidieron en el descontrol que existe en la ciudad en cuanto a estos perros, tanto en lo referido a su comercialización como a la legislación vigente.

Y es que según las fuentes, en València hay cuatro barrios donde se crían, venden y organizan peleas con total impunidad. Son Malilla, Fuente de San Luis, Natzaret y el Cabanyal. Según dicen, su preocupación se la han trasladado en numerosas ocasiones a los responsables municipales y nunca se lo han tomado en serio. Eso significa que hay muchos perros sin identificar, sin licencia y en manos de personas que no están preparadas para tenerlos.

Y ahí es donde la protectora hace una reflexión. El problema de estos animales está en los dueños. A su juicio, la ley no debería distinguir entre razas peligrosas y razas no peligrosas, sino entre perros peligrosos y perros no peligrosos, sean de la raza que sean.

«Vamos a dejar de alarmar con estos perros. Algunos son auténticas ovejas y están ahí muriéndose de tristeza en las perreras», dijeron las fuentes, que entienden que en la lista de perros peligrosos tienen que estar los que han demostrado agresividad o violencia. «No se puede catalogar a un perro de peligrosos por ser de una raza y condenarlos a vivir toda la vida enjaulados. Aquí el problema es que los animales tienen que estar con gente responsable», dicen.

En el refugio de València, según las fuentes, reciben muchos perros de estas razas. «Y no se decomisan más porque es imposible acogerlos a todos, no tenemos espacio para tantos». Así que inciden en la necesidad de controlar la cría y comercialización de estos animales, que se venden a cientos por internet y a veces acaban destrozados en el refugio después de ser utilizados en una pelea.