Huyen con solo notar la presencia de un extraño, contrario a lo común que resulta acercarse a un gato callejero sin que apenas se inmuten. Se trata de los felinos que viven en la colonia situada entre el puente del Real y el de la Peineta (una de las cientos que existen en el «Cap i casal») y, en dos semanas, han pasado de ser quince a siete.

Juan Hijar, informático que cuida el lugar desde hace 10 años en una continua lucha por el bienestar animal, no se explica qué ha podido pasar. «Sé que sigue habiendo gente que les quiere hacer daño», explica.

Por eso desde hace dos años está «con la mosca detrás de la oreja». Fue entonces cuando instaló, a título personal, una cámara de vídeo para tener constancia de lo que ocurre cuando cae la noche. «El problema es que lo que pasa a los lados y en la parte trasera de la cámara no queda registrado», explica. Además, al carecer la zona de iluminación, la imagen es incapaz de captar lo que ocurre más allá de un par de metros de distancia.

Es por ello que decidió instalar una grabadora de voz. Cada domingo, Hijar pulsa el REC. La grabadora recoge todos los sonidos durante una semana y, después, se encarga del trabajo de escucha. «El trabajo es monumental, pero me da mucha más credibilidad que la cámara», asegura.

Gracias a estas grabaciones, Hijar pudo escuchar un disparo de balines al que le siguió un maullido de dolor de uno de los gatos de la colonia. En la noche del 24 de diciembre, también recuperó una grabación en la que, después de un golpe seco y del lamento de otro de los gatos se escucha un grito de victoria por parte de los supuestos agresores.

Sin embargo, pese a todas estas evidencias, la sospecha que gana peso en las pesquisas del animalista es la de que sean los perros que pasean sueltos por el viejo cauce del río Túria los que ataquen a los gatos de la colonia.

«Por el río pasean muchos perros sueltos durante la noche, se quedan fuera de la valla que protege la colonia ladrando y luego, en la mayoría de los casos, se van», indica Hijar. Denuncia, sin embargo, haberse encontrado con uno de los gatos muertos «mordido» y «chupeteado».

«Si no llego a encontrar al gato muerto ahora mismo no tendría ni idea de qué está pasado», reconoce Hijar. Pero lamenta que «ahora mismo son muchas causas las que pueden estar provocando que la colonia de gatos se reduzca a la mitad».

Guardias entre personas sin hogar

Se ha puesto en contacto con la policía en varias ocasiones para pedir ayuda y que revisen las cámaras situadas en el tramo del viejo cauce pero, explica Hijar, «dicen que están para cosas más importantes».

Es por ello que desde hace un par de días este activista por los derechos de los animales ha empezado a organizar a las personas que viven bajo el puente del Real para que hagan guardias y den con la causa que provoca que esta colonia de gatos se haya reducido a la mitad en tan solo un par de semanas. «Les pago 10 euros la hora», asegura Hijar, «de momento solo he conseguido que se sumen a la vigilia un par de ellos, pero confío en que corran la voz y sean más los que me ayuden a mantener con vida a estos animales».