La apuesta de la dirección nacional por la exconsellera de Educación, María José Català ha generado reticencias en el «cap i casal», donde son varias las voces que consideran que, tanto Génova com la dirección regional, están ninguneando a quienes han estado a pie de calle los años difíciles.

Los recelos no son nuevos, ya que hace mucho tiempo que suena una persona ajena al partido de València como cartel electoral, pero conforme se acerca el día (Pablo Casado estará el sábado en València para proclamar a los candidatos y candidatas a la Generalitat y capitales de provincia), el malestar ha crecido

La dirección nacional ha dado la sorpresa en otras comunidades con independientes de última hora, lo que ha causado problemas internos. València, un avispero desde hace años, es una plaza electoral clave y la dirección nacional teme soliviantar a la militancia y cargos intermedios. Algunas fuentes del PP apuntaban que el retraso en dar el nombre podría haberse debido a una negociación de última hora sobre la lista.

La idea sería compensar a la gestora con puestos destacados en esa lista y muchos menos independientes de los que en un principio deseaba la presidenta Isabel Bonig. Con todo, desde la gestora se apuntaba que se está al margen del proceso.

Bonig lleva tiempo apostando por una renovación total en la ciudad y su apuesta ha sido que una persona independiente fuera el cartel electoral. Sólo el nombre de Esteban González Pons generaba consenso, pero su negativa a irse de Europa hizo a Bonig pensar en candidatos independientes y a Génova empezar a ver con buen ojos a Català, considerada rival de Bonig. Vencidas (no sin esfuerzo) las reticencias de la lideresa de ofrecer a Català esta plataforma de proyección política, el problema no resuelto es el partido.

Cabe recordar que el presidente de la gestora, Luis Santamaría, se postulaba para el cargo y fue uno de los pocos dirigentes valencianos que abiertamente trabajó para Casado en València. En este contexto, la búsqueda en un principio infructuosa de un independiente y, finalmente, la apuesta por Català no ha sido bien digerida.

Cabe recordar que Català fue alcaldesa de Torrent, ciudad donde siempre ha vivido y ejercido de torrentina, y, aunque hace años que dio el paso a la política autonómica, no ha pisado los distritos.

Hace unos días se empadronó en València, una señal inequívoca de que se prepara para ser la candidata. Solo empadronándose en la ciudad podría votarse. Ahora bien, más allá del hecho de no tener vínculos con la capital, hay preocupación en el partido de que Català ponga como condición manos libres para hacer su equipo.

En Génova hace tiempo que tienen claro que Bonig no podrá asumir todos los compromisos de independientes que tiene y que, de una manera u otra, el partido debe estar presente.

València es complicada para Casado. Un foco de conflictos desde que Rita Barberá perdió la alcaldía y la operación Taula neutralizara políticamente a sus más estrechos colaboradores, aquellos que controlaban los distritos. Con el nombramiento de una gestora, Isabel Bonig trató de coger el control en la ciudad, pero la oposición de la vieja guardia del partido y el propio distanciamiento con el presidente de la gestora ha impedido a la cúpula regional tener el predicamento necesario en esta plaza.

Casado, además, se ganó también el rechazo de muchos por su enfrentamiento con Barberá y su apoyo decidido a Bonig cuando esta echó el pulso a los concejales imputados para que dejaran el escaño.