Despejada la incógnita (Génova confirmó en la mañana de ayer el nombre de Maria José Català como cartel electoral de València ciudad), llega el momento de los retos. Y no son pocos. A la hoy diputada autonómica (37 años, exalcaldesa de Torrent y exconsellera de Educación) no le espera un camino de rosas los cinco meses que quedan para las elecciones, si bien el horizonte está mucho más despejado que hace meses y alzarse con la vara de mando es un premio factible.

Ahora bien, el PP, durante décadas hegemónico en la ciudad incluso en 2015 (ganó las elecciones, pero no gobernó), tiene nuevos competidores en su propio terreno de juego. El más potente es Ciudadanos (subido en la ola, según las encuestas), al que se le une ahora la ultraderecha representada por Vox. Evitar el sorpasso para, si suman los votos, lograr la alcaldía, pero también para tener la autoridad moral en el bloque de la derecha.

Los populares valencianos son conscientes de que se acabó el momento de las mayorías absolutas (lo dejó claro Isabel Bonig el pasado lunes ) y que deberán entenderse con las otras fuerzas, lo que en el caso del cap i casal reviste una especial dificultad habida cuenta de los nombres y apellidos de Vox en la ciudad.

De hecho, uno de los referentes, que además aspira a encabezar la lista, es Juan García Sentandreu, ex lider de Coalición Valenciana y anticatalanista declarado. Este sector de Vox perteneciente al mundo etiquetado como blavero siempre fue muy crítico con el PPCV y en concreto, tiene en la diana a Català, a quien acusan de haber traicionado las esencias del valencianismo como consellera de Educación. Fuentes del PP cercanas a Català admiten que el diálogo con Vox será complicado, máxime dado el perfil moderado y centrista de la diputada.

Català tendrá también que emplearse a fondo para vencer las reticencias del partido en València, que vive sumido en una crisis profunda desde que perdió la alcaldía, estalló la operación Taula y entró en declive la figura de Rita Barberá.

Català, exalcaldesa de Torrent, es una extraña en los distritos y no faltan voces que creen que Génova y Bonig han despreciado el trabajo que se ha hecho estos años en la oposición al buscar a independientes o, como ella, personas ajenas a la ciudad.

Con una gestora que ha ido por libre, un grupo municipal copado de concejales imputados y una guerra soterrada desde hace años por ser el cartel electoral, Català aterriza en un avispero.

Aunque Bonig ha vencido finalmente su resistencia a que fuera la candidata, Català no tiene un respaldo claro de la cúpula regional y carece de tropa en el partido. Siempre ha sido una mujer que ha ido por libre y se ha rodeado de un reducido círculo de colaboradores.

Aunque su misión no será orgánica, domar el partido será importante para una campaña tranquila. Al margen de las cuestiones internas, tendrá que lidiar antes o después con Taula. En principio, el calendario judicial puede jugar a su favor ya que no se esperan resoluciones antes de elecciones, pero los pufos del pasado vinculados a la gestión de Barberá volverán a la agenda tarde o temprano.

Català, con un perfil muy distinto a Barberá, con quien nunca tejió complicidades, es la elegida por Génova para construir un nuevo liderazgo y llenar el vacío que dejó la que fue conocida como la alcaldesa de España, la misma que hace cuatro impidió que Català fuera hoy candidata al Consell.