El derribo del muro de la antigua fábrica Moyresa, uno de los espacios industriales en desuso cedidos por la Autoridad Portuaria de València a la ciudad para hacer un gran parque en la fachada marítima, reunió ayer a numerosos vecinos y curiosos, que no dudaron en llevarse a casa algún cascote como recuerdo del momento histórico.

Mazo en mano, el alcalde, Joan Ribó, el presidente de la APV, Aurelio Martínez, y los representantes vecinales, entre ellos el presidente de la Asociación de Vecinos de Natzaret, Julio Moltó, abrieron el primer butrón al muro, rematado de alambrada, recayente a la calle Castell de Pop que durante décadas ha contribuido al aislamiento del barrio de Natzaret, que en los años 80 perdió su playa por la expansión sur del recinto portuario.

El muro se resistió a los primeros embates, hasta que saltó el primer trozo de cemento y hormigón. La excavadora terminó de abrir un acceso para que la comitiva entrase, sorteando cascotes, al futuro jardín, en la actualidad un gran descampado (70.000 metros cuadrados) en el que destacan algunos árboles de gran porte y donde la maleza se ha comido los restos de lo que fue en su día parte del barrio y la playa de Natzaret. Todavía quedan los cimientos del cine de verano y se intuye el camino que utilizaban los vecinos para llegar al embarcadero.

Grupos de vecinos recorrieron el interior de esta espacio recuperando la memoria de lo que fue. «Antes todo esto era mar», explicaba Antonio Hernández, con nostalgia. Su familia eran calafateadores de barcas hasta que el puerto se lo llevó todo. Así lo explica también Pepi Pinel que vive en una casa frente al muro de Moyresa. «Este era un barrio pobre pero teníamos de todo, el puerto nos lo quitó todo».

La recuperación de estos terrenos para uso ciudadano es un avance, apuntan los vecinos, que sin embargo lo ven todavía insuficiente para compensar el daño sufrido por el barrio. Los vecinos han presentado alegaciones al convenio de ordenación del plan especial de Natzaret, que ahora se tramita en el ayuntamiento para que el futuro parque de desembocadura recupere la salida histórica al mar y para que la cesión del suelo a la ciudad vaya más allá de los 25 años anunciados.

El presidente de la APV reiteró que la cesión es «absolutamente prorrogable». Sin embargo, los vecinos insisten en una cesión a más largo plazo. «No queremos una zona verde de quita y pon».

En relación al ajardinamiento, la concejala de Parques y Jardines, Pilar Soriano, explicó que se licitará una urbanización provisional de carácter urgente, dotada con 100.000 euros, para poner bancos, arbolado, aparatos biosaludables, fuentes y, que contempla marcar la línea de la desaparecida playa de Natzaret.

La urbanización definitiva, cuyo coste aún no se ha evaluado, tendrá que esperar a que culmine el plan especial que contempla la transformación de 23 hectáreas de suelos portuarios en zona verde y deportiva (albergará la futura Ciudad Deportiva del Levante) que se conectarán con la ZAL y la Albufera y el Jardín del Turia.

El alcalde, que no dio ayer una fecha concreta para abrir el parque, aseguró que el derribo del muro que hasta ahora marcaba la frontera del puerto «compensa de alguna manera» al barrio.

El presidente de la APV destacó el esfuerzo realizado por el puerto, como «consumidor de suelo» que es, con la cesión de suelos. Destacó el potencial de esta zona, que supondrá un empujón tremendo al barrio y animó a los inversores a «comprar ya una casa por aquí».