Desde que comenzó la legislatura en 2015, la Concejalía de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de València, dirigida por el socialista Vicent Sarrià, ha trabajado, según sus propias palabras, en la creación de «una ciudad mucho más accesible e inclusiva». Ello se ha traducido, entre otros aspectos, en una gran cantidad de proyectos repartidos por los diferentes barrios y pedanías cuyos residentes han visto cómo, poco a poco, «han ido recuperando espacios en los que fomentar las relaciones vecinales», asevera.
Si bien es cierto que a lo largo de estos años se ha mejorado el asfaltado en calles como Rubén Vela o la Font de la Figuera, en el barrio de En Corts, o la calle José Soto Micó, en Camí Reial, «siempre se ha querido ganar espacio para el peatón frente al dedicado a los vehículos».
Por eso, los esfuerzos se han concentrado en la revitalización de zonas degradadas, tales como solares o plazas desaprovechadas, y pavimentar y ampliar aceras «para hacer vías mucho más seguras para los viandantes», explica el concejal.
Estos han sido los casos de las peatonalizaciones de calle José de Orga, en Algirós, o Padre Jofré en la Roqueta, y la reurbanización de la calle Túria, doctor Olóriz o el acceso al colegio Max Aub, en los barrios del Botànic, Marxalenes o Sant Antoni, respectivamente.
También el Cabanyal ha visto como las calles de la Reina, Doctor Lluch, Barraca y la avenida Mediterráneo «ahora tienen más espacio dedicado a las personas».
Asimismo, los pueblos de València no han sido una excepción: en el Saler, por ejemplo, se han ampliado las aceras en la calle Historiador Betí.
La importancia de las plazas
Pero las plazas también han jugado un papel muy importante en estas actuaciones municipales. El más destacado ha sido el caso de la plaza Rojas Clemente, en el barrio del Botànic, recientemente abierta al público después de experimentar un notable lavado de cara y pasar de ser un aparcamiento a un espacio destinado a acoger actividades al aire libre.
