El último domingo de enero, pasados ya los excesos navideños y de inicios de año, se ha ganado ya un espacio, muy merecido, en el calendario de València como el día para fomentar, promocionar y reconocer la labor de los agricultores valencianos que día tras día madrugan para crear algo tan sencillo, pero a la vez, tan esencial, como es nuestra comida. Eso se consigue con de «l'Horta a la plaça» un evento que cada año gana en relevancia, en repercusión y también en la respuesta de la ciudadanía.

No había más que pasarse ayer por la plaza del Ayuntamiento para comprobar las ganas que había de volver a encontrarse con los productores, conversar con ellos y, por supuesto, comprarles los productos directamente, sin intermediarios, sin nada que encarezca un producto que, en demasiadas ocasiones, y como denuncian los propios agricultores, no les da para vivir, pero luego ven cómo se vende a precios muchos mayores de los que ellos reciben en el campo.

Ayer era un día para reivindicar los productos de proximidad y también para denunciar la situación actual del campo valenciano. En este punto, la última negativa de la Unión Europea al no reconocer que el desplome de los precios de las naranjas se deban a las importaciones desde países como Sudáfrica, causaba indignación tanto por parte de los agricultores como también de sus clientes. De este modo, Vicent Grau, de la Cooperativa La Casella, de Alzira, era tajante: «No hay derecho y no puede ser». Él dice estar en contra de las ayudas al sector para que este se mantenga, pero sí en reconocer el trabajo: «Muchos hablan de ayudas, pero el agricultor tiene que poder vivir de lo que trabaja», sentencia. Y agrega que una medida podría ser la de crear un mercado semanal de agricultura ecológica o de agricultura en general donde «todos tuvieran su espacio».

En la misma línea se expresa una de las consumidoras. Ella argumenta que limitar las importaciones no es una cuestión de cerrar las puertas a nadie, sino más bien de ecología y proximidad. Y añade que «no puede ser que mientras tanto los cítricos de aquí se estén tirando y los agricultores lo estén pasando tan mal».

Ella, al igual que hacen desde Mercavalencia y la tira de comptar, estaría a favor de que un evento como el de ayer se haga, al menos, dos veces al año. En este sentido, Ángeles Hernández, directora de comunicación de Mercavalencia, comentaba que «si se hiciera también en mayo o junio habría otros productos también muy llamativos».

Sobre la cuestión de las importaciones indica. «Es una pena y más en València que tenemos la huerta periurbana que está justo al lado de la ciudad. Primero tenemos que comer eso, lo que está ahí, porque lo que no puede ser es que tenemos naranjas aquí que se están perdiendo».

Venidos de Xirivella encontramos a Vicent y Laura que también se refieren a los precios y las importaciones. Ellos, ponen de manifiesto que en su pueblo el mercado está a dos calles de la huerta. Pero en uno los precios son relativamente altos, mientras que en el otro las naranjas están en el suelo y los agricultores dicen a la gente que entren a cogerlas para que no se pierdan. «Algo está fallando en esa cadena», reflexionan.