«Estoy nerviosísima, es la primera vez que me presento a unas oposiciones» decía ayer Clara Espada. Una joven de 25 años que aguardaba, frente a los aularios de la Facultad de Psicología, a que las manecillas del reloj marcasen las 11.00 horas. Allí más de 800 personas aspiraban, al igual que Clara, a asegurarse un puesto como Policía Local tras haber superado la prueba de altura. De conseguirlo, serían los primeros en lograr una plaza en oferta pública (junto a los 30 que empezarán a patrullar las calles el martes) en 13 años.

Un examen tipo test por el que la mayoría lleva un año preparándose. Algunos a través de academias, muchos otros por su cuenta. Como Clara. Esta aspirante a policía tuvo un primer impulso de apuntarse a una academia. «Siempre vas a tener más oportunidades», explicaron Carlos Moreno y Luis Múñoz, otros dos aspirantes a policía que aguardaban su turno. Sin embargo, cuando careces de medios económicos suficientes, las oportunidades se cierran. La experiencia de Clara es un claro ejemplo. Sondeó varias academias con la esperanza de encontrar alguna asequible, pero incluso encontró algunas que le pidieron 3.000 euros por la preparación. A ello se le suman los 400 euros por los libros de texto. «Al final decidí estudiar por mi cuenta y con material de segunda mano», indica Clara. Es por ello que la intención del Consell de aplicar en la C. Valenciana la obligatoriedad de pagar un curso previo de 700 horas por más de 400 euros no ha calado entre quienes llevan más de 10 años presentándose a oposiciones con la intención de entrar definitivamente en el cuerpo policial. Como Eric López y José Antonio Moreno. «Esta iniciativa no es más que una forma de sacarnos el dinero», indicó Eric.

Tampoco la opción de la paridad ha calado entre quienes consideran que se está dando «un trato de favor a las mujeres». En esta fase (que precede a la prueba física y psicotécnica), se contempla la reserva de un 30 % de los puestos para mujeres, con el fin de feminizar una profesión históricamente masculinizada. Ello supone que casi 200 mujeres optarían a 12 plazas, mientras que unos 600 hombres lo harían para 28. «Estamos hablando que se reserva un 30 % de las plazas para el 10 % de los opositores», insistió Eric.

Sobre la paridad

No obstante, las mujeres que ayer aguardaban a realizar el examen no lo vieron de igual forma. Si bien es cierto que existe un margen de requisitos para las pruebas físicas en mujeres, seguían siendo insuficientes para su inclusión en la profesión. Así lo advirtieron Raquel Ramírez y Elena Perea. Y es que mientras que a los hombres se les exige una estatura mínima de 1,65 metros («lo que para ellos supone una altura bastante baja»), a ellas les exigen 1,60 metros («lo que ronda la media, tirando a alta»). Reconocieron, además, que en cuanto a las pruebas de velocidad a ellos les exigen recorrer un kilómetro en cuatro minutos, mientras a ellas les dan un margen de 10 segundos; o que en la fase de natación solo cuentan con un margen de tres segundos más para finalizar la prueba. «Entiendo que pueda haber gente que no le parezca bien, pero si lo que se busca es la paridad, es necesario este 30 %», indicó Raquel.