La mejor forma de conocer una realidad es acercarse a ella, más aún cuando se tiene algún tipo de responsabilidad política. Esto, precisamente, es lo que hizo ayer la ministra de Industria, Reyes Maroto quien, acompañada de la candidata a la alcaldía por el PSPV, Sandra Gómez, visitó el museo del artista fallero, así como algunos de los talleres en los que se trabaja a destajo a falta de poco más de un mes para la plantà.

Este recorrido en sí fue ya un motivo de reivindicación tanto de la propia ministra como de los artistas porque acercar la profesión, comunicarla mejor y conseguirque es valore como merece es uno de los objetivos a corto y medio plazo. Y, todo sea dicho, también supone un auténtico salvavidas para un sector en continua recesión y que suele tener la sensación de que, pese a constituir gran parte del alma de la fiesta, no siempre ocupa el lugar que debería. La otra reivindicación casi no hacia falta ni comentarla pues saltaba a la vista por sí misma. Bajo el nombre de «ciudad del artista fallero» se esconde una realidad mucho menos rimbombante, pues hoy en día se trata, más bien, de una serie de naves semiolvidadas en un polígono al noroeste de la ciudad donde los artistas trabajan en unas instalaciones que ellos mismos tildan de «obsoletas» y que acumulan ya más de 60 años sin renovación alguna. De hecho, como le comentaba el secretario del Gremio, Ximo Esteve, a la ministra, hoy solo se dedican al sector 20 de las 50 naves originales, el resto están cerradas u ocupadas para otros menesteres, albergando incluso centros de culto de varias religiones.

Ante todo ello, la ministra no se mantuvo al margen y reconoció que los artistas le habían hablado de «reivindicar un mayor reconocimiento social» de su profesión. «A la fallas se las conoce como esa fiesta de interés cultural y patrimonio inmaterial de la Humanidad de la Unesco, pero luego hay un trabajo detrás que es ese reconocimiento que el artista fallero pide». Para conseguirlo habló de «mejorar también su plan de trabajo y su formación profesional». Para ella todas las administraciones deben «apoyar la creación, porque al final todos disfrutamos de esa creación, pero son 12 meses muy largos en los que el artista quizás está más invisible». Ante ello se comprometió a «hacer de esta ciudad del artista fallero una ciudad viva en la que convivan el fallero, el artista, la industria y ese sector turístico que sin duda podemos atraer». Y para ello puso como ejemplo experiencias de éxito, que le habían comentado los propios artistas falleros, como las del sector de las carrozas festivas en Italia, con instalaciones y complejos mucho más modernos y dinámicos.

Por su parte, Sandra Gómez planteó llevar a cabo «un plan de regeneración industrial que potencia este espacio en el ámbito productivo y turístico». Porque el turismo se basa en «poner en valor aquello que nos hace singulares, auténticos y diferentes». Y «nada nos hace más singulares que nuestras fallas». Y también propuso «establecer aquí la sede de Junta Central Fallera».