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Arqueología

Los secretos de la València islámica

Una exposición de cerámica arroja luz sobre cómo era la ciudad y a qué se dedicaron sus habitantes durante los cinco siglos de dominio árabe

Los secretos de la València islámica

Marmitas, tinajas, ollas, cántaros, lebrilllos, cazuelas y jarras emirales-califales, candiles, cazoletas, ataifores (platos hondos) y jofainas y tinteros transportables son algunas de las piezas de cerámica islámica recuperadas y documentadas por los arqueólogos en 35 años de excavaciones en València. Piezas cuidadosamente recuperadas y recompuestas, que dan cuenta de cómo vivieron y qué costumbres tenían los habitantes de la próspera Balansiya y de las menos conocida Madînat al-Turâb (literalmente, castillo de tierra) la primera ciudad de época islámica y todavía un gran misterio para los arqueólogos.

Una exposición sobre cerámica islámica, comisariada por el arqueólogo Vicent Lerma y promovida por el Ayuntamiento de València, que sorprende y arroja luz sobre un extenso periodo de la historia de la ciudad que abarcó cinco siglos (del VIII al XIII) y cuya cultura material, pese a ello, ha sido tradicionalmente relegada por los investigadores y la tradición académica, más proclive a poner el foco en otras épocas históricas, especialmente, la Antigüedad romana.

La cerámica recuperada en distintas excavaciones llevadas a cabo en València, algunas tan importantes como la que del Palau de Benicarló (1986-1988), la de la calle Conde Trénor, los Baños del Almirante y la de la cárcel de San Vicente, donde se recuperaron conjuntos cerámicos andalusíes sedimentados en su contexto histórico de abandono y uso, revela técnicas de producción y estilos artesanales compartidos con todo al-Andalus y en gran manera con el conjunto de las culturas del Mediterráneo medieval si bien con particularidades regionales. Los materiales recuperados en la cárcel de San Vicente evidencian que la València de finales del califato no era una modesta ciudad de provincia. Los objetos de lujo, algunos de importación (como un huevo de avestruz decorado) así lo prueban.

El arte islámico recurrió a la abundante decoración para disimular la pobreza de los materiales utilizados. Las cerámicas y las artes suntuarias e industriales fueron notables manifestación artísticas del arte valenciano-musulmán. Destacan así las cerámicas pintadas en verde, con motivos vegetales y animales, trenzados, las piezas esgrafiadas, la cerámica vidriada...

Entre las piezas recuperadas en estos años sobresale un modesto fragmento de tiesto o arcaduz de rueda hidráulica desenterrado en l'Almoina (hoy Centro Arqueológico Municipal) de tiempos emirales y que se reveló pieza fundamental de la revolución tecnológica agraria en Occidente del Estado omeya.

Otras de las excavaciones urbanas que arrojó luz sobre la actividad económica e industrial de la ciudad islámica fue la de la calle Sagunto (1994) donde salió a la luz un taller alfarero periurbano con siete hornos morunos que permitieron documentar la variedad morfológica, ornamental y funcional de sus especializados productos destinados a las poblaciones locales.

La falta de memorias de excavaciones, sin embargo, lastra hasta hoy el progreso de los nuevos conocimientos sobre la cerámica de época islámica.

La València musulmana figuraba entre las más importantes capitales de Al-Andalus. Sus primeras murallas, construidas entre 1021 y 1161 eran de piedra, asentadas sobre cimientos de adobe, y fueron reforzadas en el siglo XII. En la segunda mitad del siglo XII, en tiempos de los almohades, la Valencia musulmana ocupaba 44 hectáreas y contaba con 15.650 habitantes.

El desarrollo de la rica agricultura, la producción ganadera, la actividad artesanal-industrial y la política monetaria y financiera fueron la base de la riqueza y crecimiento económico de todo Al-Andalus. Las mujeres de Al-Andalus disfrutaron de una libertad, admiración y estima muy superior a las del Oriente musulmán. Las insurrecciones populares en las ciudades del califato de Córdoba y las ansias de independencia dieron pie a la creación de numerosos reinos de taifa que atomizaron el poder.

Sobre la València musulmana queda aún mucho por saber. Hay grandes lagunas como la operación arqueológica que llevó a cabo en 2005 el Instituto Valenciano de la Vivienda en Velluters, con un presupuesto superior a los 600.000 euros, y cuyos resultados sobre los interesantes restos del periodo mahometano permanecen prácticamente inéditos.

Los arqueólogos valencianos critican la mercantilización de la arqueología impuesta por la ley valenciana de Patrimonio Cultural. «Seguimos sin poder responder a las preguntas de hace medio siglo», advierten en la publicación que acompaña la exposición y en la que participan más de una decena de expertos, entre ellos Pau Armengol, Sonia Gutiérrez, Javier Martí, Pepa Pascual y Jeannette Rose-Albrecht. ¿Fue Balansiya un territorio o una ciudad en los primeros siglos de al-Andalus? ¿Cual era su entidad urbana durante el emirato?... Son algunas de las interrogantes sin respuesta.

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