Hubo un tiempo en el que el Carnaval era la fiesta principal de la ciudad. Y teóricos como Antonio Ariño han relatado cómo las Fallas fueron adoptadas por las autoridades municipales para desplazar la fiesta pagana y convertirla en lo que, durante mucho tiempo ha sido: una fiesta residual. Quedan vestigios de aquellos festejos decimonónicos y prueba de ello es, por ejemplo, la participación del grupo de baile de la falla Reina-Paz en la edición de «Balls al Carrer», que lo hizo interpretando las piezas vestidos a usanza de carnaval valenciano.

Los tiempos han cambiado, aunque la tradición carnavalera de la ciudad no ha terminado de cuajar, sí que ha creado un calendario que trata de ir creciendo en dignidad. Mientras el particular carnaval de muertos que es Halloween ha entrado como un cañón en la ciudad como producto de importación, la otra gran fiesta del disfraz y la máscara no acaba de romper el cascarón. Y eso, a pesar de que la fuerza dinamizadora de las fiestas de la ciudad, las Fallas, hacen un hueco en sus cada vez más repletas agendas y organizan en los casales sus particulares fiestas.

Pero los actos grandes han ido consolidándose especialmente en tres barrios. Durante mucho tiempo fue el barrio de Benimaclet el que aguantó el tirón con su Carnestoltes, que tiene como protagonista principal al Moro Maclet, quien salió a la calle por trigésima vez el pasado año y quien ha hecho algunos cameos en otras fiestas, como la Gran Fira. Esta fiesta, de fuerte carácter vecinal, llegará el próximo fin de semana Lo mismo que el de Patraix, cuya asociación de vecinos, siempre activa, se lanza a esta celebración por primera vez y que elegirá incluso su Gran Dama, Reina y Drag Queen.

Pero las que llegan el fin de semana están en el camino de consolidación y dependen mucho de la constancia de sus convocantes. El sábado por la tarde es el turno de Russafa, donde el desfile recorrerá las calles desde la plaza de Manuel Granero. Se trata de un carnaval intercultural, en el que las asociaciones y colectivos de migrantes han tenido mucho que ver con su desarrollo y crecimiento.

Por original, el Carnaval que se ha ganado un hueco en el calendario de la ciudad es el que tendrá lugar el domingo, día 17, desde las once de la mañana y con salida en el Colegio Santiago Apóstol. El Cabanyal se transforma, desde hace tres años, en una recreación de Nueva Orleans y salen a la calle los personajes disfrazados. Una iniciativa surgida desde la Sociedad Musical Unión de Pescadores El Cabanyal en el que una banda de música itinerante recorre las calles del distrito marítimo a ritmo de jazz.

Y fiestas en Campanar

Y junto a los festejos de origen pagano, la ciudad todavía disfruta de «festes de barri» cuando las Fallas están a punto de empezar. Son en Campanar, que siempre las celebra en febrero. A falta de la llegada del día grande, el martes, con la procesión general, las calles del antiguo pueblo se siguen llenando de sabor popular. Hoy sábado, con una Fira del Llibre, calderas a mediodía y Moros y Cristianos por la tarde. Mañana, más de lo mismo con diversión y cultura a partes iguales: «torrà» a mediodía y una Trobada d'Escoles de Folclore por la tarde.